La vainilla es el oro negro mexicano. Después del azafrán, es la segunda especia más cara en el mundo: un kilo puede alcanzar 700 dólares, unos 14 mil pesos.
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(Héctor Tellez)
Pero desde hace un tiempo, campesinos y productores enfrentan múltiples robos a sus cosechas que han puesto en riesgo la producción de este cultivo.
“Tristemente, la vainilla está en peligro de extinción”, lamenta Óscar Ramírez, productor veracruzano.
Chiapas, Oaxaca y San Luis Potosí son algunos de los estados productores en el país, pero Veracruz, y en particular Papantla, es “la capital de la vainilla”, incluso, en algún tiempo fue conocida como “la ciudad que perfuma al mundo”.
“Pero eso ya solo son recuerdos”, evoca el también presidente de la asociación Vainilleros en Unidad y Trabajo que agrupa a 82 productores, la mayoría de la región del Totonacapan.
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“Lo que nadie nos quita es que a la fecha tenemos la denominación de origen: vainilla de Papantla, y es la de mejor calidad en el mundo”.
Leyes “ridículas”
En Papantla, un decreto municipal que data de décadas señala el castigo por el robo de vainilla y detalla fechas precisas para su cosecha. La multa para quien cometa asaltos o incumpla la norma es de 20 pesos.
“Es ridículo, hay que actualizar ese decreto y hasta ver la posibilidad de convertirlo en nacional”, plantea Ramírez.
(Héctor Tellez)
En los últimos años gran cantidad de campesinos han dejado de cultivarla en la región, muchos por los robos que sufren, y es que la vainilla tiene un proceso de tres años, en promedio, para llegar a la cosecha.
“Imagínese que en un ratito se roben el trabajo de años”, explica Juan Salazar, campesino originario de El Ojital.
(Héctor Tellez)
En este poblado de Papantla, don Juan se ha dedicado toda su vida a la siembra de vainilla, pero desde hace un tiempo, con el apoyo de la asociación, decidió comercializarla en tequila, licor, perfume, aromatizante y como extracto (saborizante), el uso que la mayoría conoce.
Mientras recorre las casi tres hectáreas que utiliza para el cultivo, Don Juan aclara que los robos a los campesinos y productores se dan cuando se acerca la temporada de cosecha, entre los meses de octubre y noviembre.
También atribuye estos robos “hormiga” —como los llama— a los recientes incrementos en el valor de este cultivo. Por ejemplo, en los últimos tres años casi se triplicó el precio de venta del kilo de vainilla seca de calidad gourmet, cuya vaina es de 18 centímetros en adelante, “la mejor del mercado”.
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Desde entonces, cuando se acerca la fecha de cosecha, los campesinos han tenido que tomar medidas desesperadas.
(Héctor Tellez)
“Para garantizar que iban a cosechar por lo que habían trabajado todo el año se quedaban en sus parcelas, hacían fogatas y se acostaban a 10 metros de la lumbre porque quienes la cortan entran en la madrugada.
“Muchos campesinos llevan machete, pero si el que te viene a robar trae un arma, pues expone la vida uno“, relata.
Don Juan asegura que incluso ejidatarios han sido asesinados por defender su cosecha.
“Eso también implicó que algunos mejor desertaran de seguir sembrando vainilla por miedo a que les roben o de que les vaya a suceder algo”, recuerda.
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Esta problemática también ha ocasionado que en septiembre coyotes busquen aprovecharse de esa situación.
“Quieren adquirir la vainilla de manera temprana, antes de que cumpla sus nueve meses de maduración, vienen a pagar barato y el productor a veces prefiere venderla a bajo costo para que no se la roben.
“Los campesinos están con el temor de que: “Me van a quitar todo el esfuerzo de años que he tenido y prefiero entregarla a un desconocido y que me dé unos cuantos pesos”. A veces no es ni la mitad del valor real”, explica Ramírez.
Bajan ventas
Pero no solo los productores y campesinos han sido víctimas de la inseguridad. Al tener varios usos, el comercio de productos a base de vainilla también ha sido golpeado por la violencia que se padece desde hace tiempo en Veracruz.
“Por la inseguridad ya no nos llega el turismo, y si no llega no vendemos. Cada año nos damos cuenta que está bajando la venta, la gente viene menos”, afirma Claudia Méndez, quien realiza artesanías con la vaina de la vainilla.
Los productores, campesinos y comerciantes de la vainilla piden a las autoridades que los volteen a ver.
“Necesitamos un refuerzo en la seguridad, o que exista una autoridad que nos proteja como productores.
“La vainilla tiene que ser protegida, está en peligro de extinción, y como cualquier otra especie o animal que está en peligro de extinción y le dan toda las leyes para protegerlo, así debe de hacerse de manera urgente con la vainilla”, consideró Ramírez.
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