Cerca de las 15:30 horas, en la esquina de las avenidas Juárez y Balderas se desató la trifulca; manifestantes y policías se traban en un desafío que pasa de las miradas a los insultos y de las palabras a los golpes.
Los gases se elevan en densas nubes que impiden la visión, vuelan vidrios, botellas y, extinguidores contra las mujeres policías. De pronto se eleva un martillo por encima de todas ellas, una mujer con blusa morada asesta el primer golpe sobre las manos de Guadalupe que intenta detener el golpe más con lo que parece un gesto que una acción.
“Desde el momento en que empezó la manifestación fue agresiva y fue ya directamente contra nosotras, fuimos agredidas directamente durante toda la manifestación. Lo más fuerte que vi fue ver a mis compañeras incendiándose o ver a mis compañeras que las estaban agrediendo”, dice la Policía Primero, Subdirectora de la Policía Metropolitana, Guadalupe Hernández.
Hernández tiene 18 años como policía, ha vivido incontables experiencias desde sacar a una bebé de un auto en llamas hasta ver morir a compañeros suyos en operativos. Ha sido capacitada, como todas las Ateneas o mujeres policías especializadas en la contención de multitudes para repeler agresiones a controlar sus emociones y a disuadir.
Sin embargo, le resulta inexplicable el nivel de violencia que ha ido en aumento en las más recientes manifestaciones feministas. En la marcha por el aborto legal del lunes pasado fue golpeada con un martillo en su brazo.
“Tenemos que estar pendientes a todo lo que vuela y a todo lo que nos quieren aventar, entonces no me di cuenta que venía una manifestante directamente contra mí y me dio dos golpes, uno lo tengo en el brazo más arriba y el otro exactamente en la mano. En el momento no me dolió ni tuve tiempo de pensar en nada, solamente seguí concentrada en la situación. Fue más tarde cuando me empezó a doler y ya no pude mover la mano ni los dedos”.
Como jefa, Guadalupe tiene la responsabilidad de dirigir a otras mujeres policías lo que le exige jornadas que van de las cinco de la mañana a una hora de salida indefinida, a veces incluso no tiene oportunidad de regresar a descansar a casa y tiene que dormir en el cuartel. Sus descansos, cuando se puede, son cada 15 días; ahora lleva a cuestas un cansancio acumulado por tantas manifestaciones seguidas y el dolor intenso en su brazo. Sus ojos hinchados la delatan.
Además de todo debe ser una líder inquebrantable, a pesar de ver a sus elementos caídos debe generar un ambiente capaz de mantenerlos unidos y atentos.
“Claro que nosotros también tenemos miedo, frustración, irá, somos seres humanos, pero desde que entramos a la academia recibimos cursos y capacitación para lidiar con todo eso, además nuestros mandos hablan con nosotros, hay juntas y lo primero que nos piden es calma tener paciencia, no agredir.
“Cuando estás en la línea, cuando ves que una compañera esta tirada, cuando ves que una compañera esta incendiada tienes que tener ese temple para poder reaccionar ¿por qué? Porque lógicamente si tu como humano te espantas pero si lo expresas, las que están atrás de ti se van a espantar”.
Gabriela Torres es otra Atenea que participó en el resguardo de la marcha de este lunes. Es una mujer imponente con los ojos muy bien delineados, una voz suave y una actitud de quien está analizando constantemente todo lo que ocurre a su alrededor.
“En los últimos meses ellas han aumentado su nivel de violencia en las manifestaciones de mujeres. En las más recientes ellas nos buscan, porque nos identifican, para agredirnos, van por nosotras, lo notamos en su estrategia de desplazamiento. Nosotras también las ubicamos pero nuestro trabajo es contener, disuadir, pero no agredir”.
En ese nudo humano que tuvo lugar en Balderas y Juárez Gabriela recibió golpes con un mazo.
“Me pegaron con un mazo, traían una especie de mazo armado, el mango era como de varilla y la cabeza si era de metal muy pesado, por fortuna ellas no son tan fuertes pues de serlo si me hubieran tirado. Me pegaron en la espalda donde ahora traigo una lumbalgia un poco fuerte, en el casco que afortunadamente me protegió, pero me causaron una esguince en el cuello.
“Al momento me sentí un poco mareada, pero tenía que mantenerme firme si no me hubiera ido peor”, dice.
De acuerdo con reporte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), un total de 43 mujeres policías resultaron lesionadas por diversos golpes y quemaduras durante su paso del monumento a la Revolución rumbo al Zócalo. Cuatro fueron trasladadas a un hospital; una de ellas por trauma abdominal por golpes, las otras policontundidas. También trece civiles resultaron lesionadas, todas atendidas pues no ameritaron traslado.
“No entiendo, al final de cuentas también somos mujeres, yo no sé si nos agreden porque somos policías, pero pues yo creo que ser policía es un trabajo como cualquier otro”, dice Guadalupe Hernández.
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