Cuando Genaro intentó reaccionar ya tenía frente a su camioneta a un grupo de hombres armados marcándole el alto. Un segundo después el helado cañón de una metralleta le lastimaba la nuca y el olor a gasolina empezaba a inundar el ambiente.
Así inició el infierno de sobrevivir a un narcobloqueo.
La tarde del 2 de diciembre Antonio regresaba de Mazatlán conduciendo una camioneta Sprinter con 20 pasajeros, entre ellos seis niños y una persona con discapacidad. Era una familia que contrató sus servicios desde Aguascalientes para ir de vacaciones a la playa.
A unas horas de su destino, en la caseta conocida como la de Morfín, en la entrada a Fresnillo, un comando de una decena de hombres vestidos con uniformes tácticos negros les marcó el alto en una especie de retén. Y empezó la pesadilla.
"Nos empiezan a amenazar y a despojarnos de nuestras pertenencias, a bajar a todo el pasaje, bajaron al pasaje, les quitaron carteras, celulares, y les dijeron que corrieran. Así como corran a chingar a su madre porque aquí ya les cargó la chingada y la gente empezó a correr ¿verdad? A mí no me bajaron, a mí me dijeron que yo me quedara en el volante y que no los volteara a ver a la cara, la verdad no tuve noción del tiempo pero en seguida me dijeron que atravesar la unidad y que tapara los carriles", contó.
Sin tener claro cuánto tiempo pasó, Genaro recuerda que todo el tiempo estuvo encañonado mientras acomodaba la camioneta que cerraba el paso a los vehículos que seguían llegando. Todavía ni se terminaban de bajar los pasajeros que él traía cuando los delincuentes ya estaban rociando la unidad con gasolina.
El tiempo, mucho o poco, seguía corriendo y la posibilidad de sobrevivir se reducía al mínimo en los pensamientos de Genaro que seguía en la camioneta con el celular escondido. El resto había huído a una lomita que bordea la carretera.
Cuando acomodó su camioneta y cerró el tránsito, lo liberaron y apenas unos pasos después, el vehículo comenzó a arder.
"Uno de los tipos a mí me bajó del cabello con el arma en la cabeza, eran armas largas, igual en todo momento me insinuó que no lo volteara a ver a la cara y me amenazaba, su palabra de él siempre fue: te voy a volar la cabeza si volteas a verme", lamentó.
Narcobloqueos: 1 por mes
Los narcobloqueos han sido una práctica constante del crimen en estados lastimados por la violencia sin que otras regiones del país estén excentas de esta práctica.
En todo el 2022, MILENIO contabilizó al menos 14 eventos relevantes en donde el crimen bloqueó vías de comunicación incendiando vehículos y agrediendo a la población civil.
Estos hechos se registraron en Tamaulipas, Michoacán, Jalisco, Colima, San Luis Potosí, Sinaloa, Baja California, Zacatecas y Guanajuato.
El primer evento del año, por ejemplo ocurrió en Reynosa, Tamaulipas el 25 de febrero en la carretera Reynosa-Ribereña en donde un grupo criminal robó vehículos particulares y les prendió fuego. Los automovilistas que circulaban por esa zona denunciaron a través de redes sociales el bloqueo.
Otro acto de este tipo ocurrió el 14 de marzo en Colima en donde al menos seis unidades de carga pesada fueron incendiadas tras la detención de Aldrin Jarquí El Chaparrito jefe regional del Cártel de Jalisco.
El 10 de agosto, el descubrimiento de un cónclave de capos del CJNG provocó narcobloqueos y quema de vehículos de transporte público y civiles en Jalisco, hechos que se extendieron hasta Guanajuato.
El último caso registrado en el año fue el 2 de diciembre en Zacatecas en sus límites con Jalisco cuando se presentaron al menos tres narcobloqueos como consecuencia del enfrentamiento entre grupos delictivos com autoridades locales.
La huída
Correr por el cerro en medio de la noche no fue fácil. Los niños descalzos y por delante del grupo caminaron hasta otra carretera donde encontraron un puesto militar. A la señora con discapacidad, quien no tiene una pierna, la llevaban cargando entre los adultos.
Mientras huían por la loma y dejaban atrás el narcobloqueo ya consumado, escucharon disparos que los hicieron avanzar más rápido y con más miedo. Llegando a la zona vigilada por soldados, les pidieron ayuda pero lo único que les ofrecieron fue resguardo. La única opción era pedir ayuda a quien pasara por la zona y así ocurrió.
"Pasó un camión de tipo urbano de transporte de personal (...) entonces pues sí, yo corrí para hacerle señas para que se parara, a lo mejor porque me vio uniformado se paró, y pues le dije que si nos echaba la mano de arrimarnos al poblado más próximo, en este caso era Fresnillo para resguardarnos o algo, porque en realidad estábamos en medio de la balacera y todo lo que había ahí. El compañero nos echó la mano, me dijo sí, arrima al pasaje, y todos nos arrimó a la central de Fresnillo".
Por fin se logró llegar a un lugar seguro pero el trauma del momento sigue vivo en Genaro que de a poco se ha ido reincorporando a sus actividades laborales que ya hace con temor y desconfianza.
-¿Qué sentiste?
"Sentí que me mataban"
-¿De plano?
"Sí claro me bajaron con un arma en la cabeza, disparos, yo pensé que en cualquier momento nos iban a matar. A mí fue la última persona que me dejaron bajar, a mí siempre me lo dijo, te voy a decir... pero me dijo tú ya chingaste a tu madre", recuerda.
Genaro tiene 35 años y 12 ha trabajado como chofer. En toda su carrera en este negocio nunca había sufrido una situación violenta, "ni siquiera un accidente".
"Yo venía desde Mazatlán y yo no vi ninguna patrulla en el camino, antes de perdida los federales se veían, ahora que cambió a la Guardia Nacional, la verdad es que ya casi no se ven".
ledz