Ayer a las 03:00 horas, Enrique despertó al escuchar el sonido del teléfono de la habitación que ocupaba, en el Hotel Ambos Mundos, ubicado al poniente de la Ciudad de México. El enfermero regiomontano había llegado el domingo a la capital del país para apoyar en la contingencia por el covid-19, y terminó siendo víctima de un secuestro.
Estaba asignado al hospital provisional instalado en el Autódromo Hermanos Rodríguez; le tocaba trabajar ese día.
“Nos dijeron que subiéramos a la habitación de la jefa de enfermeras. Llegamos, estaba un tipo vestido de soldado y nos empezaron a reunir a todos. Ya cuando nos reunieron, nos dijeron que eran personas de no sé qué cártel”, platica antes de entrar a rendir su declaración ministerial en la Fiscalía Antisecuestros de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX).
Juntaron a unos 17; sólo había un hombre que los insultaba y amenazaba, diciendo que tenía francotiradores.
“Nada más estaba uno y estaban dos llamadas virtuales, pero no sé si era el miedo o que de verdad estuvieran afuera, porque nos decían que nos estaban viendo, que tenían francotiradores que estaban aliados con el gobierno”.
Enrique tiene 28 años; es originario de San Pedro, lugar donde estudió la carrera de enfermería. Su mamá vive en Estados Unidos y ella le había estado mandando dinero, el cual tenía guardado en una cuenta bancaria.
“Como nos sacaron información de cuánto dinero teníamos en las tarjetas, en la mañana me llevaron al banco a sacar los 340 mil pesos que tenía, que mi mamá me había enviado de Estados Unidos; su esfuerzo de cinco años se fue a la basura”, lamenta el muchacho.
Además, le sacaron 50 mil pesos de otra cuenta bancaria en donde él tenía sus propios ahorros.
A él y a sus compañeros les tomaron fotografías desnudos y se las mandaron a sus familias para pedir más dinero como rescate. A su mamá le sacaron otros 120 mil pesos. Después, lo dejaron libre en la calle.
“Yo, de ahí, tomé un taxi porque me dio 50 pesos el muchacho para que tomara el taxi y me fui a Elektra. En Elektra me habían quedado 900 pesos y fue con lo que tomé un taxi para el aeropuerto porque me quería ir, de verdad estaba devastado ayer, no podía confiar en nadie”.
Pese a sus deseos por regresar a casa, Enrique no pudo comprar un boleto de regreso a Monterrey, además de que los vuelos salían hasta el miércoles.
Ya era la tarde-noche de ese martes. De pronto, le entró una llamada. Era su jefa; ya todos estaban bien y lo estaban buscando. Lo encontraron en el aeropuerto.
La policía capitalina ya había implementado un operativo para el rescate de los médicos y enfermeros en ese hotel y otro, llamado Bonn.
Pasó la noche en otro hotel. El cansancio y el estrés lo hicieron dormir plácidamente.
El mediodía de este hoy se presentó en la Fiscalía Antisecuestros para rendir su declaración, junto con otros 10 compañeros.
“No es cualquier cosa la cantidad de dinero que me quitó y no se consigue fácilmente, yo no tengo casa en Monterrey y estaba tratando de juntar para una con el dinero que había enviado mi mamá”, dice antes de que agentes ministeriales lo metan, casi a empujones para que no hable con la prensa.