Salvador Rangel Mendoza, obispo emérito de Chilpancingo, se encuentra desaparecido desde el sábado 27 de abril cuando salió de Morelos rumbo al estado de Guerrero, registrándose como último punto de contacto el municipio de Emiliano Zapata.
De acuerdo con información oficial a la que MILENIO tuvo acceso, Rangel Mendoza partió rumbo a Guerrero alrededor de las 8:45 horas desde el fraccionamiento Las Fincas —en el municipio de Jiutepec—, pero no se reportó su llegada al vecino estado, ni tampoco se sabe con quién viajaba.
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Según los datos que se tienen, el último lugar registrado donde Salvador Rangel estuvo fue en la Pizzeta Tradicional Uní-ks, que es un establecimiento ubicado en la colonia Tres de Mayo, en el municipio de Emiliano Zapata, y que en realidad queda de paso rumbo a la autopista del Sol México-Acapulco, cuando se pasa de Jiutepec a Emiliano Zapata, como especie de atajo.
Mientras en Guerrero, sus homólogos han iniciado una denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE), de la cual, las autoridades estatales no tenían conocimiento de la desaparición, y mucho menos de que el prelado tuviera o viviera en Morelos.
Confirma la CEM y exige su liberación
En tanto, a través de un comunicado, la Comisión del Episcopado Mexicano (CEM), confirmó la desaparición de Rangel, quien hace poco estuvo en el ojo del huracán por conocerse su disposición, incluso su praxis de reunirse con grupos del crimen organizado para pacificar el estado de Guerrero, ante la inoperancia o impotencia de las autoridades civiles.
En el despacho de prensa, la CEM da por hecho que el prelado se encuentra en poder de algún grupo delictivo, por lo que exige que la autoridad intervenga, pero también exige a los presuntos captores, lo libera inmediatamente.
“Ante estos lamentables hechos, la CEM manifiesta su preocupación y solicita enérgicamente a las autoridades de los tres niveles de gobierno su pronta y decidida intervención para la localización de Mons. Rangel Mendoza”.
Y agrega: “Asimismo, hacemos un respetuoso, pero firme llamado a quienes mantienen en cautiverio a Mons. Rangel Mendoza para que, en un acto de humanidad y considerando su delicado estado de salud, le permitan tomar de manera adecuada y oportuna los medicamentos que requiere para su bienestar. Reiteramos nuestra solicitud para su pronta liberación y regreso seguro a casa".
Otro grupo con el que estableció buenas relaciones fue con Los Ardillos, que dirige Celso Ortega Jiménez, a quienes incluso llegó a referirse como "narcos buenos (sic)", ya que mantienen la paz en sus territorios.
RM