Cuando el hogar ya no es un lugar seguro, el refugio es la última salida que tienen las mujeres para salvaguardar su vida; sin embargo, son espacios que necesitan fortalecerse y volverse más accesibles para que se conviertan en una opción para ellas y sus familias.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2017, 44 por ciento de las mujeres que tienen o tuvieron una pareja han sido agredidas en algún momento de su vida marital, de convivencia o noviazgo.
En un esfuerzo por sacar la violencia familiar del ámbito privado y obligar al Estado a atenderla, el movimiento feminista impulsó desde la década de los 70 la creación de refugios para mujeres en situación de violencia y sus hijas e hijos, que se reglamentaron de manera oficial en 2008 con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Para las mujeres, resguardarse en un refugio es la medida más extrema ante la situación de violencia que viven. La ley establece que éstos son un derecho que tienen ellas para ser recibidas con sus hijas e hijos o cualquier otra persona que dependa de ellas cuando enfrentan violencia familiar.
El modelo se adoptó en cada entidad, incluida Ciudad de México, donde actualmente hay cuatro refugios que funcionan las 24 horas de los 365 días del año: tres de asistencia privada y uno de gobierno. Son espacios confidenciales, seguros y gratuitos; las estadías son por tres meses con el propósito de que las mujeres recuperen su estado emocional y los riesgos en su contra se reduzcan.
OPCIÓN ANTE EL FEMINICIDIO
Las mujeres que llegan a un refugio vienen de un proceso de violencia prolongado, se trata de casos extremos, explicó a Cimacnoticias la coordinadora de la oficina especializada en violencia del refugio “Fortaleza”, Natali Contreras.
“Acuden cuando peligra su vida, quienes tuvieron un intento de feminicidio, daños físicos graves, huyeron bajo una amenaza o fueron raptados ellas o sus hijos”, indicó la abogada.
No solo se trata de violencia física, también está la emocional. Hay mujeres que tienen daños emocionales profundos: “Cuando una mujer llega aquí es porque realmente requiere una intervención especializada para recuperar su salud integral”.
De los 257 asesinatos de mujeres de 2012 a 2015, 25 por ciento (72) ocurrió en sus hogares, de acuerdo con el Sistema Nacional de Información en Salud.
EL INGRESO
Después de cuatro años de una relación que paulatinamente se volvió violenta, Laura fue amenazada de muerte por su pareja, quien le advirtió que si al volver por la noche la encontraba, la mataría. Laura, con una hija de siete años y un niño de cuatro, no sabía adónde acudir.
En una reacción inmediata, recordó que en una estación del Metro había visto el módulo “Viajando seguro”, adonde acudió pero no la pudieron ayudar. El personal de seguridad la envió a otra y otra estación, hasta que terminó en la de Taxqueña, donde el personal de seguridad le recomendó dirigirse al Centro de Apoyo a la Violencia Intrafamiliar (Cavi).
Al llegar, le informaron “que ya no había servicio, que solo era de 9 a 7 de la noche”. Laura preguntó incesante dónde había un hotel barato por la zona donde pudiera pasar la noche con sus dos hijos. Sin conocerla, una mujer le ofreció su casa y su sala para que pernoctaran, “más que todo por los niños, porque era peligroso, ya era la una de la noche”, recordó Laura.
Al día siguiente ingresó al Cavi, de donde finalmente la canalizaron al refugio “Espacio Mujeres”, que pertenece a una asociación privada en Ciudad de México.
La consultora del refugio “Fortaleza”, Araceli Vázquez, contó en entrevista con Cimacnoticias que las mujeres que llegan a estos espacios son canalizadas de los Ministerios Públicos, de los hospitales adonde llegan por lesiones, o de los Centros de Justicia. Muchas más, dijo, llegan solas, portando solo la ropa que traen puesta.
A todas se les hace una valoración de riesgo para determinar su estancia en el lugar, de ser así se les acepta, agregó la trabajadora social del “Espacio Mujeres”, Rocío Carrasco Espíndola, quien precisó que solamente existen disponibles entre ocho y 10 lugares para mujeres en los refugios de asistencia privada, mientras que los del gobierno local tienen aproximadamente 25.
“Cuando no hay cupo las distribuimos a través de la Red Nacional de Refugios”, dijo. Una vez que llegan a esos sitios, reciben atención jurídica, médica y social. Les ayudan a recuperar documentos oficiales, contactar a las escuelas de sus hijos o darles talleres de plomería, panadería, entre otras actividades, y junto con ellas buscan un nuevo plan de vida.
Tomar la decisión de permanecer en un refugio no es sencillo, tienen que romper todos sus contactos sociales temporalmente, por su propia seguridad. La ubicación de la casa debe permanecer secreta.
Solo pueden quedarse tres meses, en los que las trabajadoras sociales buscan romper los ciclos de violencia en los que están inmersas. “Se les dijo que es normal que te golpeen, normal que no valgas nada. La reeducación para nosotras consiste en informarles que como seres humanos y mujeres tienen derechos, que pueden expresar lo que sienten y romper el silencio”, dijo Rocío Carrasco.
De las 26 a 30 mujeres y sus familias que “Espacio Mujeres” acoge cada año, solo una o dos vuelve con su agresor.
¿Y DESPUÉS?
Las especialistas de los refugios consultadas por Cimacnoticias coinciden en que falta una política pública a largo plazo que garantice a las mujeres salir de ese círculo de violencia, una vivienda y un empleo para que no dependan de sus agresores.
Rocío Carrasco señaló que mientras permanecen en los refugios todo funciona bien, pero después de los tres meses “hay un hueco”, porque al final de este tiempo apenas han empezado a trabajar en terapia la violencia que han vivido, así como a recibir la atención médica; mientras que los procesos legales de denuncia por violencia familiar y los trámites por la custodia apenas comienzan.
Es por eso que “Espacio Mujeres” cuenta con una “Casa de Transición”, donde las mujeres sin redes de apoyo pueden vivir aproximadamente un año más, sin preocuparse por costos de la renta, del agua o de la luz. En ese tiempo pueden seguir con su terapia y los procesos legales, mientras construyen una nueva vida.
En ello coinciden las especialistas en violencia del refugio “Fortaleza”, Contreras y Velázquez, quienes consideran que las casas de transición deben ser un derecho regulado por el gobierno mexicano.
Con información de: Aline Espinosa Gutiérrez y Hazel Zamora Mendieta.
Los refugios, la última salida a la violencia
Cimacnoticias: periodismo con perspectiva de género
Estos espacios, impulsados desde los 70, son una medida de protección que debe ser reforzada y accesible para mujeres.
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