Ya no basta matar; hay que atemorizar

'Pozolear', decapitar y descuartizar son las tácticas de los cárteles para amedrentar a sus rivales y autoridades, documenta la PGR.

En los años recientes, la PGR ha localizado fosas clandestinas, donde diferentes cárteles ocultan los cadáveres de sus víctimas. (Jorge Carballo)
Rubén Mosso
Ciudad de México /

La Procuraduría General de la República ha documentado, desde finales de la década de los 90, que la violencia del narcotráfico cambió radicalmente, porque pasó de las ejecuciones a la pozoleada (disolver cuerpos en ácido) y el guisado (quemarlos en diésel), siguiendo con las decapitaciones y el descuartizamiento de sus víctimas.

De acuerdo con informes federales, la ofensiva emprendida para disminuir la operación de los cárteles y la pugna entre las organizaciones delictivas propició el aumento del nivel de crueldad de los delincuentes para amedrentar a las autoridades y a sus rivales.

En 2011, cuando la guerra contra el narco vivió una de sus épocas más violentas, la extinta Secretaría de Seguridad Pública, hoy Comisión Nacional de Seguridad, publicó un informe en el que señaló que grupos como el cártel de La Familia buscaban generar entre la población la percepción de una escalada generalizada de violencia a través de actos de “corte terrorista”.

El reciente asesinato de tres estudiantes en Jalisco, cuyos cadáveres fueron disueltos en ácido por sicarios del cártel de Jalisco Nueva Generación, no es el primer caso de este tipo.

La PGR empezó a indagar asuntos similares a fines de los 90, cuando el cártel de Tijuana tenía mayor presencia en el país; se caracterizaba por ejecutar a sus enemigos y disolverlos en tambos con ácido.

Durante los primeros años del siglo 21, la entonces Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (hoy Seido) dirigida por José Luis Santiago Vasconcelos, encabezó pesquisas contra el cártel de Tijuana por el hallazgo de cientos de tambos con ácido que contenían restos humanos.

En 2009, la PGR dio a conocer la detención de Santiago Meza López, El Pozolero, quien durante más de nueve años se dedicó a disolver en tambos con ácido los cuerpos de personas ejecutadas por el cártel de Tijuana; en su momento, la PGR detalló que la cifra de 300 cuerpos desaparecidos podía ser superada.

Durante sus primeras declaraciones, Meza dijo que su función era disolver cadáveres en ácido, y que trabajó bajo las órdenes de Ismael Higuera Guerrero, El Mayel, y Marco Antonio García Simental, El Cris; después sirvió para Teodoro García Simental, El Teo.

Los guisados se iniciaron con Los Zetas cuando era el brazo armado del cártel del Golfo; esta práctica se extendió a otros grupos delictivos.

Mientras que delincuentes del cártel de Juárez, para no exhibir sus crímenes, escondían los restos de sus víctimas entre los cimientos de casas nuevas que se vendían en Chihuahua, o las inhumaban en fosas clandestinas en el desierto.

En los años recientes, la PGR ha localizado fosas clandestinas, donde diferentes cárteles ocultan los cadáveres de sus víctimas.

Actualmente uno de los casos más impactantes tiene que ver con el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

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