Cerca de 300 migrantes emprendieron su camino hacia el estado de Coahuila caminando, luego de que pasaran cuatro días en la Central de Autobuses de Monterrey, sin que se les permitiera avanzar a la frontera con Estados Unidos.
“Con lo poco que llevemos amiga, ahí vemos cómo le hacemos con la ayuda de Dios. Él nos va a proveer con todo en el camino”, dijo una de las sudamericanas, quienes previamente reunieron sobres de suero y medicamentos para el viaje.
Poco les importó andar en sandalias, porque la convicción de una caravana de casi 300 migrantes era llegar a Saltillo y con un golpe de suerte, cruzar a territorio estadunidense.
“Ya fue mucho, ya que cada vez la espera se volvió más larga. Mi hijo sufre en Venezuela y tengo temor por él, pero tengo más miedo de quedarme cruzada de brazos y esperar más tiempo”, sostuvo una joven migrante.
Quienes se fueron acompañados, trasladaron a los niños en carriolas y con cobijas pequeñas, otros más los llevaron cargados, no sin antes colocarse bloqueador y agarrar fuerzas para no claudicar.
“Si el pueblo de Israel duró 40 días y 40 noches en el desierto, ¿por qué nosotros no?, ya nos cansamos de esperar, porque no hemos recibido respuesta de las autoridades competentes para podernos ayudar", comentó uno de los extranjeros encallados.
En todo momento fueron custodiados por policías de Monterrey y Fuerza Civil, y hasta llegar a los límites con San Pedro no hubo ningún inconveniente.
El contingente que hasta apenas la tarde del jueves se refugió en la Central de Autobuses, en dos ocasiones hizo pausas breves para hidratarse.