El procurador general de la Defensa del Trabajo en Tamaulipas, Alejandro Rosas González, sabe preparar pozole, su platillo favorito. Es de buen diente y tampoco se resiste a unas enchiladas en pipián.
Anda en la política desde que tenía seis años y a los 25 le tocó representar a la Secretaría de Gobernación en Tamaulipas. Eran los tiempos de Felipe Calderón y la violencia estaba en su apogeo.
Como a todos los abogados, le gusta alegar, pero también le hubiera gustado ser médico, como su abuelo.
¿Cómo eras de niño?
Muy inquieto y muy sociable, platicaba con conocidos y desconocidos, en la escuela no era de 10 en mis calificaciones, pero sí le ponía mucho empeño.
Nací en Reynosa, pero toda mi vida he vivido en Díaz Ordaz, vengo de una familia dedicada al campo y mi padre es médico veterinario zootecnista.
¿Cómo fue la experiencia de ser el delegado de la Segob en la época negra de la violencia? ¿Sentiste miedo alguna vez?
Yo antes de eso había trabajado en el Registro Público de la Propiedad, y siendo presidente Felipe Calderón me nombran delegado de Segob, tenía 25 años.
Fue una experiencia que marcó mi carrera en el ámbito político pues manejábamos la política interna en Tamaulipas y todas las acciones podían tener una repercusión, debíamos estar muy atentos a lo que pasara y hacer lo que nos tocara. Yo manejaba y andaba solo para todos lados en la ciudad y en carretera, afortunadamente nunca me pasó nada.
¿Porqué estudiar leyes?
Siempre me gustaba mucho alegar, pero de nada sirve si no hay un sustento que te pueda dar la razón en el tema. Me gusta buscar la justicia. Estudié para abogado en la Universidad Valle del Bravo en Reynosa.
De no ser servidor público, ¿qué serías?
Doctor, lo que pasa es que provengo de una familia de médicos, mi abuelo fue oncólogo y los hijos de mi tío también, crecí muy relacionado con el tema de la salud, inclusive yo de chico veía personas enfermas que no tenían para una consulta médica y las llevaba con mi abuelo, quien llegaba a internarlas y ya después veíamos cómo pagar su atención porque no contaban con los recursos económicos.
¿Porqué soltero?
No ha llegado la mujer correcta, andamos en busca de…
¿Cómo es para ti un buen domingo?
En familia, con una carne asada, platicando de lo que pasó en la semana, mis hermanos, mi padre, mis tíos, primos y mis sobrinos. Estos últimos me buscan mucho, siempre están al pendiente cuando llego de Ciudad Victoria a Díaz Ordaz los fines de semana, ahí me caen todos, platicamos y la pasamos muy bien. Creo que soy un tío consentidor.
¿El campo o la ciudad, qué prefieres?
Término medio, me gusta el campo como me gusta la ciudad y también la playa, porque el sonido del mar me relaja y siento mucha paz.
¿Deporte?
Bicicleta, caminar y correr.
¿Qué música escuchas?
En el pueblo escuchamos de todo, desde cumbia, rock, pop en español o en inglés, banda, norteña, lo que me pongas, nada en especial.
¿Qué cantas en la bohemia?
Alguna rancherita.
¿Cómo cuál?
Mujeres Divinas.
¿Grupos?
Banda MS, el Recodo.
¿Platillo favorito?
El pozole.
¿Cocinas?
Sí sé cocinar; me relaja la cocina y soy de buen diente. Me encanta preparar desde una buena pasta hasta un pozole, mi madre que en paz descanse era de Jalisco y me fascina la comida jalisciense, el pozolito, la carne en su jugo, un buen caldo de res, pero tampoco me desagradan las enchiladas en pipián.
¿Qué género de cine prefieres?
Películas de acción o comedia, le saco la vuelta al terror.
¿Qué serie estás viendo?
La Casa de Papel fue la última.
¿Qué lees?
Leo más la Ley Federal del Trabajo y la Constitución. Leí Los Demonios del Edén, un tema algo fuerte y complicado, lo vas leyendo y te da rabia, coraje e impotencia, sí está recomendable. Me gusta leer libros de política y también de historia; Ana Frank, el tema del Holocausto, voy a parecer viejito pero son temas que se me hacen interesantes.
¿Cómo surge el cosquilleo por la política?
Yo empecé a los seis años en la política, con mi abuelo, él fue alcalde de Díaz Ordaz y yo andaba con él para todos lados, poniendo y quitando calcomanías y después hablaba en los mítines a esa edad. El actual gobernador me vio y me jaló, yo estaba bien chavito, desde ahí me sumé a su equipo de trabajo, siempre mi participación fue con Acción Nacional, a esa edad me gustaban mucho los colores y en cada mitin la gente pedía que hablara el niño Rosas.
¿Qué personaje te inspira?
En la política, El Maquío y ahora el gobernador Cabeza de Vaca, quien rompió paradigmas y logró una alternancia impensable.
¿Tu super héroe?
Superman.
¿El momento más feliz?
Rodeado de la familia, con mi madre que en paz descanse.
¿Qué te pone triste?
El sufrimiento de las personas.
¿Cómo te defines?
Como una persona alegre, siempre con una sonrisa sincera para dar y una mano amiga que ofrecer. Soy muy espiritual, creo en Dios, en el bien común, en que hay gente buena, bien nacida.
¿Qué lección te deja la pandemia?
Creo que tenemos en ocasiones que meditar y analizar hacia dónde vamos y qué es lo que queremos, y más con el tema de la pandemia, hacer una retrospectiva de qué es lo que hicimos con la pandemia, y una vez que se acabe a dónde vamos a ir, qué es lo que vamos a hacer y cómo vamos a disfrutar nuestra vida, porque creo que si no te cambió el chip después de esto que estamos viviendo, de no tener un simple abrazo, un simple beso y no sentir esa situación, entonces no viviste la pandemia.
Somos tan frágiles ante la adversidad, es increíble que un virus que no vemos te pueda derrotar, debemos tener la humildad para entender la situación y saber que en cualquier momento nos podemos ir, tenemos que disfrutar la familia y venir al mundo a ser felices sin complicaciones, sin meterte con nadie, vive y deja vivir.
ICGC