Alexandra Haas Paciuc (Ciudad de México, 1977) no oculta su amor por México, país que acogió a sus abuelos tras la Segunda Guerra Mundial y con el que estará agradecida siempre por brindar a su familia una segunda oportunidad. La vida de un migrante no es fácil, asegura, al recordar que ella se enfrentó a drásticos cambios culturales durante su infancia, que la motivaron a dedicarse profesionalmente a abordar temas sobre derechos humanos, diversidad y de prevención de la discriminación.
La presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) es egresada en Derecho por la Universidad Iberoamericana y obtuvo una maestría por la Universidad de Nueva York. Confiesa que, a pesar de que le encanta la salsa y la cumbia, su celular está lleno de música infantil que escucha, canta y baila con sus dos hijas, quienes le enseñan pasos de hip-hop.
¿Qué hace su tiempo libre?
Tengo dos niñas, una de 7 años y otra de 3, con ellas paso mi tiempo libre. Nos gusta muchísimo la lectura, además bailamos de todo, Luciana y Milena toman clases de hip-hop y me enseñan sus movimientos, son muy buenas.
¿Qué tipo de música escucha?
Por las niñas, mi celular está lleno de canciones infantiles; cantamos hasta que no podemos más, somos muy musicales; ahora que estuvo de moda Freddie Mercury —por la película Bohemian Rhapsody—, nos aprendimos las canciones y bailamos algunas.
“Me gusta la salsa y la cumbia, Elton John; el disco Lágrimas Negras, de Diego el Cigala, y hay una canción que les canto mucho a mis hijas que llama ‘Stand by Me’, de Ben E. King, es viejita”.
¿Practica algún deporte?
Ninguno, me gustaría, pero no tengo mucho tiempo, aunque trato de caminar bastante para compensarlo, cuando puedo voy a la reuniones caminando y aprovecho para tomar llamadas.
¿Te gustan las series?
Me gustan mucho, últimamente vi dos que me enloquecieron, una se llama Black Earth Rising y la otra que me atrapó fue Wild Wild Country, que es de un gurú de la India que se fue a vivir a EU, y es muy interesante porque explica cómo interactúan los miedos, las creencias y los prejuicios.
¿Y el cine?
No voy mucho porque casi no tengo tiempo, pero cuando mis hijas se duermen aprovecho para ver algunas películas en casa, me gustan mucho las de época, siento que cuando ves hechos históricos o reinterpretaciones de hechos históricos puedes entender mucho mejor el mundo contemporáneo.
¿Qué te gusta leer?
Me gusta mucho la novela, hace poco leí la saga de Dos amigas, de Elena Ferrante, ella me parece un personaje interesante, porque decidió ponerse un seudónimo y hay todo tipo de teorías al respecto, es muy misteriosa. También leo mucha poesía.
¿Cómo recuerdas tu niñez?
Fui una niña muy feliz, viví en varios países por el trabajo de mi papá: en Japón, en México, en Francia y en Inglaterra, convivía con mis papás y mi hermano, pasamos mucho tiempo juntos; fue una niñez muy expuesta a mucha diversidad, por ejemplo, viví en Tokio del 79 al 81 o 82, en una época donde Japón era una sociedad muy cerrada y yo generaba mucha curiosidad cuando caminaba por las calles, la gente me detenía porque no estaban acostumbrados a lo extranjero.
“Ese episodio lo recuerdo mucho, porque fue un shock vivir en México y luego en Japón, fue un cambio muy grande, la comida, la cultura, la música, los templos, fue una aventura y muy buena enseñanza”.
¿Qué aprendiste de estos cambios culturales?
Provengo de una familia donde mis abuelos paternos y maternos eran migrantes, en mi familia hay mucha diversidad de idiomas. Hay un enorme aprecio y agradecimiento por este país, porque mis abuelos venían de Europa, que estaba saliendo de una guerra brutal, eran judíos, personas que se sentían perseguidas y México les dio la oportunidad de una vida, un trabajo, de vivir seguros.
“Todo esto ha sido muy bonito para mí que, proviniendo de una familia de migrantes y teniendo la experiencia de migrar, siempre he sentido un apego muy fuerte por mi país y la posibilidad de ver la diversidad afuera me ha hecho entender que la identidad de un país es tan fuerte que no la amenaza su diversidad, sino que la constituye”.
¿Cuál fue tu mayor aventura?
Entrar embarazada a Conapred, fue una forma de probarle al mundo que una mujer embarazada o con hijos chiquitos puede trabajar igual que el resto y que podemos hacer nuestro trabajo muy bien; sin lugar a dudas fue una inversión personal muy fuerte, tuve seis semanas de maternidad, es muy poquito tiempo y es lo que da el IMSS, lo viví en carne propia, esta situación me ha hecho ser más consciente de que las mujeres deben tener contextos de trabajo disponibles para que puedan emprender de retos, aventuras y, a veces, necesidades.
¿Cuál es tu más grande reto?
Es criar a mis hijas de una forma en la que puedan disfrutar de la vida, pero también conocer las grandes problemáticas de la humanidad para que puedan ayudar o contribuir a resolverlos y entiendan que tienen derecho a decidir la vida que quieran llevar pero con responsabilidad.