Alfonso Durazo (Sonora, 1954) quería ser ingeniero civil y terminó como abogado, y pasó de lavar platos y aspirar autos en Estados Unidos a asumir el reto de reducir los índices delictivos durante la peor etapa de la historia de México.
Cuando López Obrador le planteó encabezar la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana puso resistencia; sin embargo, aceptó el reto de lo que define como “un apostolado”.
Desde hace cinco meses se levanta a las cuatro de la mañana, y su máximo anhelo es tener unos minutos durante el transcurso del día para dormir, y ya siendo exigentes, un espacio para leer un poco.
Confía en que podrá con el desafío de lograr pacificar al país. No niega su pasado priista ni su paso por un gobierno panista, pero está convencido de que después de 15 años, “literalmente en el desierto”, volvió en el momento perfecto, el que marcará la historia de México.
¿Quién es Alfonso Durazo?
Soy una persona que ha trabajado desde que tengo uso de razón, primero en el campo, con mi padre, y luego, cuando terminé la secundaria, me fui a Estados Unidos a trabajar en una empresa que lavaba autos, tres días me tocaba aspirarlos, y para completar la semana lavaba platos.
Fui priista 18 años, en 1973 llegué a la Secretaría de Gobernación; estudiaba Ingeniería Civil, pero mi responsabilidad se convirtió en un tema eminentemente de carácter jurídico y me cambié a Derecho.
Renuncié al PRI después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, de quien fui secretario particular, y en 2000 me sumé a la campaña de Vicente Fox y también terminé siendo su secretario particular; sin embargo, renuncié tres años después. Algunos dicen que de manera muy dramática, porque después de mi renuncia a Los Pinos, al desierto... 15 años por el desierto.
En 2006 me sumé a la campaña de Andrés Manuel López Obrador, fui candidato al Senado por Sonora, pero no gané. Llegué a la Cámara de Diputados en 2012 como plurinominal. En 2015 me fui como presidente de Morena a mi estado natal, aunque era un presidente de nada, porque no había nada; no obstante, terminamos construyendo una estructura extraordinaria. En 2018 fui candidato al Senado y gané con votos históricos.
Se llevó el premio mayor… la seguridad.
Andrés Manuel me invitó a su equipo cuando no era ni candidato ni nada, dos años y medio antes de la elección. No voy a ocultar que tuve renuencias, pero finalmente, si bien no venimos por un hueso, sí tenemos un compromiso con el proyecto, y si esa es la responsabilidad que a mí me correspondía asumir, la asumí.
Una vez que acepté responsabilizarme de las tareas de seguridad, lo hago sin ninguna reserva, esto es una especie de apostolado, 24 horas tratando de cumplir con tu responsabilidad, porque la inseguridad lamentablemente todavía no descansa en el país, pero estamos haciendo las cosas bien y tenemos que dar buenos resultados.
¿Cuál es el legado que quiere dejar al frente de la seguridad?
Una Guardia Nacional convertida en un instrumento suficientemente eficaz y consolidado para combatir la inseguridad, reconocida con estándares internacionales de operación, transparencia, eficacia, buen uso de la fuerza, respeto a los derechos humanos y, como consecuencia de ello, un legado en el que se habrán recuperado los mejores niveles históricos de seguridad que haya tenido el país.
Y entre tantas cosas, ¿qué hace en su tiempo libre?
Aquí lo voy a decir que mis aspiraciones son realmente mínimas a estas alturas y se reducen fundamentalmente a dormir.
Y ya con el ánimo de darme un lujo, y como he tenido una cercanía histórica con los libros, aspiro a leer una, dos, tres o cuatro cuartillas al día de uno de los tantos libros que traigo conmigo, porque ahora lo hago en una tableta.
¿Cuál es el último libro que se quedó con ganas de terminar?
Muchos, pero creo que desde que llegué a Los Pinos ya no leo libros completos, leo uno o dos capítulos... cuando menos disfruto de su sabor, aunque no logre concluir con el drama.
Ahorita, por ejemplo, estoy leyendo mucho sobre la relación civil-militar, sobre el liderazgo; estoy releyendo El águila y la serpiente, de Martín Luis Guzmán; acabo de releer un capítulo de El Quijote en la isla de Barataria; El orden mundial, de Kissinger, en fin... depende de lo que esté buscando sobre algún tema; estoy releyendo capítulos de Álvaro Obregón, porque se me atravesó el libro; retomé una biografía de Ignacio Solares sobre el general Ángeles, porque al aeropuerto se le puso ese nombre, en fin, es muy coyuntural.
Si no tiene tiempo de leer, de deportes ni hablamos…
Lo que realmente disfruto es la caminata, es un ejercicio muy sencillo que lo hago los sábados y los domingos que no me levanto a las cuatro de la mañana. Otra cosa que me gusta es escuchar un poquito de música, desde la norteña y el country, hasta rock y clásica.
¿Qué es lo que más aprecia hoy?
La responsabilidad que tengo tiene un motivo de orgullo adicional, que a lo mejor no nos damos cuenta porque estamos caminando junto con la historia, pero creo que, al volver la vista atrás, vamos a ver que nos tocó el honor de compartir una responsabilidad en una etapa histórica de nuestro país y con un Presidente que será calificado en su momento de uno con los mayores méritos en la historia de México.