Se encontraron en la adversidad y prometieron vencer juntos. Hubo juramentos, planes y “save the date” 2024.El PAN desoyó el pasado tricolor y a quienes le aconsejaban merecer algo mejor que un partido en vías de extinción. Pero esta semana, finalmente, una traición se impuso en el trío que hoy mantiene en duda su unión.
Marko Cortés enalteció el dicho de que “del odio al amor sólo hay un paso”, enterró la historia y la esencia de su partido para aliarse con su peor enemigo. Por caminar junto al PRI, Cortés se enfrentó a su militancia, defendió a Alejandro Moreno incluso ante los suyos y le cedió poder en las urnas. No esperaba que tras casi dos años, el priismo hiciera sus propios acuerdos por encima de lo que se prometían entre ellos.
El cupido de esta relación supo endulzarles los oídos. Claudio X. González convenció al PAN, PRI y PRD sin mucho esfuerzo. Ir juntos, dejar de lado sus ideales históricos y estar unidos les permitiría vencer al verdadero enemigo en común: Andrés Manuel López Obrador, el presidente con más aceptación y votación, y el único con ratificación en la historia reciente del país.
El Presidente de la República calificó ese trío como una promiscuidad. El ex líder panista, Gustavo Madero sostuvo que si se metía en una licuadora a Marko, Alito y Zambrano “creyendo que habría un Superman para salvar a México, más bien saldría un Frankenstein”.
Pero nada los detuvo. El coqueteo rindió frutos y la unión se consolidó con miras a la renovación presidencial del 2024. Se diría que, como las parejas modernas, antes de la unión absoluta se fueron a vivir juntos.
En diciembre de 2020 anunciaron que probarían yendo por primera vez en alianza para las elecciones de 2021. Y no, no fue lo esperado. La unión no generó ninguna fuerza.
La relación comenzó con falta de acuerdos que se reflejaron en la renovación de 15 gubernaturas ese año. La militancia del PRI y del PAN en los estados se resistió a aliarse con quienes juraron combatir. Morena arrasó con 11 triunfos y Acción Nacional se quedó sólo con dos… en los que decidió ir sin el PRI. Querétaro y Chihuahua tuvieron el respaldo de los panistas que lograron mantener sus bastiones, pero en donde se presentaron como una misma opción, la alianza fracasó.
Ante la sociedad, el discurso de una relación sana, firme y feliz se mantuvo. Pese a los resultados, insistieron en que lo mejor era seguir juntos.
Un año después, repitieron la fórmula insistiendo que esta vez, demostrarían que era un trío ideal, envidiable, pero los acuerdos absolutos otra vez fueron imposibles.
El PAN, fiel a su alianza, le entregó al PRI la entidad que le costó toda su historia ganar: Durango. Después de que hace apenas seis años ganaron ofreciéndoles a los duranguenses una vida diferente lejos de gobiernos priistas, terminaron cediendo la gubernatura y un priista volverá a gobernar esa entidad.
El PAN se quedó con Aguascalientes donde el PRI no tenía posibilidades de ganar y por primera vez, una mujer panista gobernará. Las otras cuatro entidades, el doble de lo que ganaron juntos PRI y PAN, se sumaron a los triunfos contundentes de Morena.
La relación parecía enfriarse y los rumores de una ruptura comenzaron hace unas semanas rumbo a las elecciones del 2023. Los dos últimos bastiones priistas, Coahuila y el Estado de México, quizá los forzarían a darse un tiempo. Sobre todo, porque en la pelea mexiquense nadie piensa ceder. El PAN tiene a su gallo y aunque el PRI sigue en espera de destapar a su perfil, no entregará a ciegas la entidad que más le importa conservar.
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Parecieran problemas normales de cualquier relación. Desacuerdos, desencuentros, atreverse arriesgándose a perder o ceder un poco para hacer al otro feliz. Hasta ahí, nadie se esperaba una traición.
En los últimos meses, Marko Cortés puso el pecho ante las balas que bombardeaban a Alejandro Moreno. Una y otra vez. Lo defendió tras la filtración ilegal de conversaciones privadas, acusó venganza y persecución política del gobierno federal, dejó pasar las investigaciones contra el ex presidente Enrique Peña Nieto de quien antes criticaba un gobierno de corrupción y calló ante la aprehensión del ex procurador Jesús Murillo Karam para no incomodar a su aliado.
Cortés se entregó sin esperar la traición. Una diputada priista, Yolanda de la Torre, presentó una iniciativa que respaldaba ampliar la permanencia del Ejército en las calles en labores de seguridad, lo que iría en contra de los dos principales acuerdos de la alianza “Va por México”: la moratoria constitucional y extender la militarización del país.
El panista lanzó sus advertencias, exigió respeto y congruencia… pero nadie lo oyó. El líder de los diputados priistas, Rubén Moreira, advirtió que él mismo respaldaría la propuesta. Cortés amagó y su aliado le dio la estocada final: Alejandro Moreno advirtió que no recibe ni acepta ultimátum ni órdenes. Y dejó en suspenso una conferencia para hoy.
El presidente habló. López Obrador no podía desaprovechar el momento de quiebre de la pareja feliz e ironizó: “deberían divorciarse”, les aconsejó. Ése que los unió y que parece que finamente hoy los separa hasta lanzó coqueteos al priismo nacional. Así, la demanda de una posible ruptura se impuso sobre la mesa, mientras Zambrano espera que se resuelva el desenlace de la relación tóxica de la que también forma parte.
En las próximas horas o días, tendrá que quedar claro si el PAN perdonará la traición del PRI, si Marko Cortés volverá a ceder para no perder la unión, si el PRI se impondrá porque sabe que algún beneficio tendrá y será mucha más grande que el que el panismo le pueda ofertar. Cosas que pasan… porque en una relación, siempre estará el que entregó más.
JLMR