El primer Grito de la cuarta transformación atiborró el Zócalo. Algunos comenzaron a llegar desde la mañana para apartar lugar y estar frente al balcón de Palacio Nacional y escuchar la arenga de Andrés Manuel López Obrador.
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Autoridades capitalinas reportaron que 130 mil personas estuvieron ayer en el primer cuadro de la Ciudad de México.
La fiesta empezó temprano. A las 4 de la tarde comenzaron a presentarse artistas de cada uno de los estados en un festival que el gobierno federal denominó Culturas de México.
Para las 6:30 de la tarde, López Obrador y Beatriz Gutiérrez Müller arribaron en el Jetta blanco a Palacio Nacional, que desde hace meses se convirtió en su casa.
El fin de semana lo habían pasado en la finca del Presidente en Palenque, Tabasco.
Para entonces la gente continuaba llegando, la mayoría con alguna indumentaria alusiva a la historia nacional y a sus personajes: sombreros, bigotes, rebosos. Otros optaron por las playeras de la selección de futbol, máscaras de luchadores, pelucas tricolores.
Algunos simpatizantes de López Obrador prefirieron portar una máscara con su rostro, o gansos hechos de papel, en alusión a la frase que hizo famosa.
Y fueron precisamente los seguidores del jefe del Ejecutivo quienes no dejaron de corearlo: “¡Presidente!”, “¡Es un honor estar con Obrador!”, y “¡Sí se pudo!”, fueron las principales.
Los comerciantes hicieron su agosto, y no solo por la festividad nacional, sino por el personaje que también es, desde hace tiempo, el Presidente: tazas, playeras, llaveros, gorras o peluches con su imagen.
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La música y el baile siguió durante toda la tarde y entrada la noche: ballet folclórico, danza regional, sopranos, acordeonistas, parte de lo que se presentó ayer.
Durante todo el tiempo, soldados vigilaron el Zócalo y sus inmediaciones hasta el techo de Palacio Nacional.
A diferencia de otros años y gobiernos, el dispositivo de seguridad fue más discreto: cortes a la vialidad y vallas solo una calle antes del primer cuadro de la capital. Los detectores de metal se guardaron para mejor ocasión.
Pasadas las 10 de la noche, la puerta del balcón de Palacio Nacional se abrió y centenas empezaron a gritar.
Unos minutos después se prendió la luz y de nueva cuenta se desató otra vez el griterío, pues no faltaba mucho para el momento culminante de la noche.
Quince minutos antes de las 11 de la noche, la banda de guerra del Ejército comenzó a tocar. Los asistentes sacaron sus celulares para grabar.
Cinco minutos después, la escolta militar marchó hacia el salón de recepciones de Palacio para entregar la bandera a López Obrador.
El Presidente salió en punto de las 11 de la noche al balcón central, con la bandera nacional en el pecho y acompañado solo de su esposa.
Él portó un traje oscuro. Ella, un vestido con tonos azul turquesa y negro.
De inmediato la evocación del llamado que hace 209 años realizó el cura Miguel Hidalgo, junto con Ignacio Allende y Juan Aldama.
Con un “¡mexicanas y mexicanos!” López Obrador inició los “imprescindibles” 20 ¡vivas! que por más de minuto y medio lanzó.
La intensidad no disminuyó en ningún grito. Ni el Presidente, ni los miles de asistentes al Zócalo capitalino decayeron.
En seguida comenzó a sonar la campana y la bandera tricolor fue ondeada, y el Himno Nacional empezó a escucharse en el Centro Histórico de la capital de México.
López Obrador y Gutiérrez Müller regresaron a saludar. Los gritos de “¡Presidente! ¡Presidente!” iniciaron, y siguió el ya clásico entre sus fieles “¡es un honor estar con Obrador!”.
Para entonces, invitados, miembros del gabinete y los hijos del Presidente salieron a los balcones aledaños al central para presenciar los fuegos artificiales y la intervención musical a cargo de la Banda Oficial del Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe.
A las 11:27, López Obrador y su esposa regresaron a Palacio Nacional, no sin antes ser vitoreados otra vez.
Entonces el mariachi del Ejército y de la Marina comenzó a sonar. La mayoría ya esperaba a Eugenia León y a La Original Banda El Limón, quienes cerraron el primer Grito de Independencia de la cuarta transformación.
RLO