Como con casi nadie, el presidente Andrés Manuel López Obrador forjó un lazo con Pedro Castillo, que resistió incluso la destitución del peruano como primer mandatario de su país.
Solo y con la justicia encima, el político andino recibió un último respaldo desde México cuando López Obrador culpó a las élites políticas y económicas de las decisiones tomadas por Castillo, las cuales dieron armas a los adversarios para deponerlo.
Incluso, hizo un llamado para que se respeten sus derechos humanos ahora que está detenido.
"Consideramos lamentable que por intereses de las élites económicas y políticas, desde el comienzo de la presidencia legítima de Pedro Castillo, se haya mantenido un ambiente de confrontación y hostilidad en su contra hasta llevarlo a tomar decisiones que le han servido a sus adversarios para consumar su destitución con el sui géneris precepto de "incapacidad moral"
El vínculo López Obrador-Castillo inició prácticamente con la presidencia del peruano que desde que llegó al poder contó con el gobierno nacional.
Tal fue la cercanía que su primera gira internacional al frente de Perú fue para visitar México para participar en la Celac y reunirse en privado con el tabasqueño.
"Me siento fortalecido porque es la primera vez que salgo del país como jefe de Estado recién asumido. Siempre hemos dicho en reuniones tantos lemas, pero hemos hablando de unidad, hemos hecho grandes discursos y es tiempo de pasar a la acción porque es necesario entender de que unidos lograremos todo, desunidos, nada", dijo entonces.
A partir de entonces López Obrador pareció tomarse personal los conflictos que Castillo enfrentaba en su país.
En diciembre de 2021, a menos de medio año de llegar al poder, el peruano recibió en su país una inédita misión diplomática enviada por Amlo y encabezada por el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O; la entonces subsecretaria de Bienestar, Ariadna Montiel, y la directora ejecutiva de la Agencia Mexicana de Cooperación para el Desarrollo (Amexcid), Laura Elena Carrillo, para asesorar a la primera plana del gabinete andino sobre cómo implementar los programas sociales emblema de la administración lopezobradorista en apoyo a la población pobre del país sudamericano.
También le ofreció vacunas contra el Covid-19 y hasta enviar combustibles para evitar una crisis energética.
López Obrador le recomendó resistir ante lo que llamó los embates de la ultraderecha peruana, como lo hubiera hecho Benito Juárez.
Y fue notoria la empatía del mexicano al equiparar a los conservadores de Perú con sus adversarios.
"Imagínense el presidente de Perú, lleva, creo yo en un año, tres juicios políticos, uno acusándolo de estar mal de sus facultades, de loco. Otro acusándolo de delincuencia. Y este último, ya el extremo, de que se corre el riesgo con él de que pueda darle la salida al mar a Bolivia", dijo el mes pasado.
El respaldo mexicano se consolidó el mes pasado cuando López Obrador operó para que se cancelara la Cumbre de la Alianza del Pacífico que se celebraría en México porque el congreso peruano no había permitido salir del país a Castillo. Incluso, logró que la sede se trasladara a Lima para que en la cumbre, hoy pospuesta nuevamente, se le entregara a Perú la presidencia de la Alianza.
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