El regiomontano Agustín Basave tenía madera de centro delantero en las fuerzas básicas de los Rayados, pero también de poeta y cantante. Sus gustos musicales son tan diversos que van del bolero al rock… pero terminó en la política, que no es su mayor afición.
Pocos saben que es miembro fundador del Club de Amigos del Piporro, selecto grupo al que solo ingresan aquellos que logren cantar cinco canciones del famoso compositor, actor, cantante y comediante de origen norteño, como el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, o el panista Felipe de Jesús Cantú.
Basave, legislador en dos ocasiones, se retiró temporalmente de la política tras concluir su periodo como diputado federal en agosto pasado y antes, como presidente del PRD. Hoy, como representante del gobierno de Chihuahua en Ciudad de México, aguarda el inicio de 2019 para regresar a las aulas a dar clases en el ITAM.
Desde su estudio en su casa al sur de la ciudad, presume la pared llena de fotografías con personajes tan diversos como su querido amigo, el extinto Luis Donaldo Colosio, hasta Mick Jagger, cantante de los Rolling Stones, o el famoso Piporro, ícono regiomontano.
Le gusta la música y, por lo visto, muy diversa.
Me gusta de todo, pero mi favorita es la música mexicana, los boleros y las rancheras, desde Armando Manzanero hasta Agustín Lara. Soy bolerófilo y me sé muchísimas letras, pero también compongo algunas. Yo fui muy amigo de Pepe Jara y una vez estábamos en una fiesta de cumpleaños mío y yo estaba cante y cante y Pepe me dijo: “ya párale, porque si sigues, yo me voy a meter a la política”.
¿Nunca pensó en dedicarse a eso?
Las pocas letras que yo escribo son para mí, le di la letra de un bolero, que se llama “Patria”, a Mario Carrillo, hijo de Álvaro Carrillo, y él ya le puso música y la va a grabar, será mi debut. Le dije: “te regalo la letra, ponle música y grábala”, y pronto saldrá, pero también escribo poesía.
¿Le gusta el ajedrez político?
Claro que me gusta, me gusta la grilla, pero sufro mucho. Tengo la piel muy delgada y eso no es bueno en política. Me calan los golpes, contesto todo, me peleo mucho y siempre estoy en broncas y eso no es bueno; entonces, me metí a la política no porque me gustara, sino porque tenía que hacerlo.
¿Su perfil ha sido más académico?
Siempre he tenido un pie en la academia y otro en la política. Estoy unos años y cuando acabo mi periodo me voy a dar clases. Soy profesor de tiempo completo en la UNAM, el Tec de Monterrey y en la Ibero. Me gusta escribir, me encanta, es quizá lo que más disfruto. Soy ensayista, escribo poesía, pero soy tan exigente que no me atrevo a publicarlos, solo uno en la revista de la UNAM hace algún tiempo. No me siento poeta, quizá algún día, pero ahorita no lo soy.
Le gustan las norteñas, ¿no?
Es que hay algo que pocos saben, yo fundé el Club de Amigos del Piporro. Yo conocí a don Eulalio González y nos hicimos amigos, era un tipazo y cantábamos juntos esa canción famosa de “Agustín bajaba”. Ya en la Cámara de Diputados me cantaban esa cuando yo subía a tribuna y hasta Gil Gamés me fastidiaba con eso cuando yo era presidente del PRD. Eso decía cada vez que escribía algo sobre mí.
¿Por qué surgió ese club?
Pues porque cuando él murió, sentí que nunca se le hizo justicia. El Piporro es para el norte lo que Cantinflas es para el altiplano, guardando las distancias. El Piporro creó un personaje que encarna la idiosincrasia y el humor de esa región, él era cantante, compositor, actor, cómico, tenía todo.
¿Cuántos socios?
Ahorita somos alrededor de 80 y vamos para 100. Hay de todo, lo fundé en Ciudad de México en un cumpleaños mío. Estando ahí dije: “hay que crear el club”. Requisito indispensable es saberte por lo menos cinco canciones del Piporro. El vicepresidente honorario es Lorenzo Meyer. Luego lo fuimos haciendo cada año en Monterrey y se fueron sumando cada vez más. Nos juntamos en un rancho, contratamos un grupo y cantamos.
¿Bohemios y bebedores?
Ellos sí, yo no. Yo soy el único bohemio abstemio. ¿O a ver dime alguno? Yo me puedo pasar la noche con un trío y le sigo el ritmo a los otros borrachos y yo sin tomar una gota.
¿Y el rock?
Me gusta la época setentera, el rock más pesado. Lo que ahora le llaman rock, la verdad no sé qué sea. En mi estéreo del carro tenía ocho tracks que eran secuenciales: traía yo a grupos como Santana, Black Sabath, Jethro Tull, Led Zeppelin, The Doors, Santana, Creedence, pero obviamente también los Beatles y los Rolling Stones.
¿Es buen cantante?
No es que tenga mucha voz, pero soy entonado.
¿Qué está leyendo?
La versión en inglés de Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt.