La Bestia protegerá a Joe Biden durante sus traslados por la Ciudad de México para su participación en la Cumbre de Líderes de América del Norte junto al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
El Cadillac One, una unidad de lujo de la automotriz General Motors, fue reportado en 2017 como el “auto más seguro de todos”, con un blindaje suficiente para soportar disparos directos de pistolas calibre .44 e incluso, según se reportó, misiles portátiles stinger.
En 2018, el gobierno de Estados Unidos pagó aproximadamente 30 millones de pesos por este vehículo. El servicio secreto mantiene reservada la información y detalles de operación de la unidad por evidentes cuestiones de seguridad, sin embargo, medios especializados en automóviles han reportado algunas características.
Por ejemplo, usa llantas RunFlat, capaces de permitir que el auto circule por varios kilómetros aún con los neumáticos ponchados.
También se sabe que cuenta con un blindaje de aproximadamente 20 centímetros con aleaciones de metales y cerámica. El interior está cerrado de forma hermética y cuenta con un sistema autónomo de ventilación en caso de un ataque con armas químicas.
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Al interior de La Bestia—como han nombrado los medios al vehículo por su peso, tamaño y seguridad—pueden viajar de hasta siete personas, el presidente y su familia o colaboradores.
En él hay equipos médicos e incluso, bolsas de sangre con el tipo del presidente Biden. Tiene un peso de más de nueve toneladas, mide un metro con 80 centímetros de alto y más de 5 metros y medio de largo. Su motor V8 le permite alcanzar los 100 kilómetros en 15 segundos.
La embajada de Estados Unidos en México lo describe como un automóvil con motor es de 6.6 litros, 8 cilindros, y con potencia mayor a 300 caballos. Actualmente es de combustión interna, pero Joe Biden ha expresado deseos de transicionar a modelos eléctricos.
El asesinato del presidente John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, convirtió a la seguridad del Ejecutivo estadunidense en un tema de alta prioridad que ha convertido al Servicio Secreto en una agencia de élite obsesionada con salvaguardar la integridad del presidente en turno.
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