“Bailé profesionalmente hasta los 25, pero el urbanismo es mi pasión”: Carina Arvizu

Lado B

La subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda siempre ha sido interactiva, quizá por eso le encanta el Centro Histórico y el frenesí de sus calles, y aunque le gusta todo tipo de música, solo canta en la regadera.

¿Cuál es su libro favorito? «‘Siddhartha’, de Hermann Hesse». (Foto: Javier Ríos)
Karina Palacios
Ciudad de México /

Activista, urbanista, ambientalista, bailarina y servidora pública, Carina Arvizu Machado (Ciudad de México, 1987) se demuestra todos los días que no hay imposibles para lograr sus sueños: “Todo es cuestión de compromiso, esfuerzo, trabajo, amor y mucha paciencia”.

Desde muy pequeña practicó danza clásica y contemporánea, incluso se especializó y durante un tiempo se dedicó casi de lleno a esa actividad; sin embargo, su pasión por las ciudades y el desarrollo urbano la llevó a estudiar la carrera de arquitectura en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), de donde es egresada.

El pasado 1 de octubre fue nombrada subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Sedatu, hecho que, afirma, ha sido de los momentos más felices y conmovedores de su vida, pues para ella significa la oportunidad de crear ciudades más humanas y más conscientes.

¿Cuál es el origen de Carina Arvizu?

Mi papá es ingeniero civil e investigador y mi mamá es lingüista, eso influyó mucho para que me gustaran los idiomas y la interculturalidad; ambos fueron docentes de instituciones públicas y eso ha hecho que desde muy pequeña tenga un amor muy fuerte por México y por el servicio público.

Crecí en un ambiente de mucha conciencia social, en el que se promovía la igualdad, todos hacíamos las labores domésticas y mi mamá siempre trabajó, por eso para mí la agenda de igualdad entre hombres y mujeres es muy importante y siempre la promuevo.

¿Qué te hace una funcionaria diferente?

Siempre he combinado mi práctica profesional con los temas culturales y de activismo, un día estaba en el espacio público y veía cómo a través de actividades que nosotros organizamos en una fundación lográbamos que las personas pudieran congregarse e interactuar, ahí fue donde surgió un amor muy profundo por las ciudades y por generar un tema de igualdad en un país como México, donde el modelo de ciudades que hemos construido acentúa más la desigualdad.

A veces, cuando somos muy técnicos, se nos olvida ir a territorio y entender que las cosas se viven y se sienten de manera distinta de cuando estamos en el escritorio planeando; entonces, siempre me ha gustado promover que la política pública se haga con recorridos en campo, desde platicar con la gente, entender qué necesita, qué le duele y a partir de ahí hacer ciudades más humanas.

¿Qué es lo que más te gusta de Ciudad de México?

Me encanta el Centro Histórico, el frenesí que hay en las calles, la gente corriendo, otros ofertando productos; me gustan los edificios emblemáticos, es un espacio donde pasan muchas cosas al mismo tiempo.

¿Cómo surgió tu gusto por la danza?

Hice danza clásica y danza contemporánea porque el ortopedista le dijo a mi mamá: “Póngala a hacer danza porque si no va a usar zapatos ortopédicos toda la vida”, y porque además siempre he sido muy hiperactiva; desde muy pequeña hice ballet y me dediqué a la danza profesional hasta los 25 años de edad, me seguí especializando y hubo un momento en el que me dediqué casi de tiempo completo.

¿Qué encontraste en esta actividad?

La danza te genera una sensibilidad muy especial, porque además de que debes estar atenta a la música y a la coordinación corporal, debes trabajar en equipo, en sintonía con las personas con las que estás bailando, y eso también genera una percepción de tu entorno; eso es muy importante, sobre todo cuando queremos hacer en la ciudad espacios seguros para las mujeres y las niñas.

¿Por qué no te seguiste desempeñando profesionalmente en esta área?

Somos un compendio de muchas cosas y de muchos gustos, cada que puedo me escapo y sigo bailando, me apasiona mucho mi trabajo, creo que esta Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda tiene los temas que más me apasionan, la ciudad es un detonador de muchas cosas.

¿Hubo otras actividades además de la danza?

De niña también estuve en equipos de voleibol, basquetbol y futbol; me gustaba mucho lo que significa jugar en equipo, la adrenalina y la estrategia. En la prepa estuve en atletismo, hice la prueba de relevos, al final descubrí que los deportes no eran lo mío.

¿Cantas?

No, nada, solo en la regadera, en realidad tarareo. Me gusta todo tipo de música y eso también depende de lo que está haciendo y cómo me sienta; me gusta bailar cumbia, salsa y son cubano, pero si estoy trabajando, opto por la música clásica, también me gusta el pop de los 90 porque me remonta a mi infancia y a mi pubertad.

Además eres ambientalista.

Me gusta estar en contacto con la naturaleza porque creo que nos hemos deshumanizado, estamos regresando a una consciencia social en la que nos damos cuenta de que tenemos que cuidar al mundo. Hace ocho años que decidí dejar de comer carne, un tema de impacto ambiental, de lo que implica el consumo en su totalidad. A lo mejor lo que yo consumía no tanto, pero la industria, la deforestación, el consumo de agua, las practicas que hay. Cargar mi tupper godín a todos lados para no comprar cosas en empaques y el moverme en bicicleta son acciones muy chiquitas, que van sumando.

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