José Ortiz, el estudiante de 104 años que toma clases de Aprende en Casa II

Don Pepito, como lo conocen en su comunidad en Pesquería, Nuevo León, se ha convertido en el pupilo más longevo del programa de Aprende en Casa II de la SEP.

José Ortiz es uno de los múltiples adultos mayores que está dentro del programa del INEA para grados básicos. (Alma Paola Wong)
Alma Paola Wong
Ciudad de México /

Ni la pandemia, ni sus 104 años de edad desaniman a José Ortiz para seguir aprendiendo. Desde que cumplió el centenario de edad, Don Pepito, como es conocido en la comunidad de Pesquería, en Nuevo León, se ubicó como uno de los estudiantes más destacados del programa de alfabetización del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).

Ahora, también, se ha convertido en el pupilo más longevo del programa de educación a distancia de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Aprende en Casa II.

En pasado marzo, Don Pepito acreditó el nivel preescolar, y con los contenidos educativos por televisión le han surgido las ganas de continuar con los siguientes niveles escolares, siempre y cuando su salud se lo permita.

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P: “¿Te está sirviendo ver la tele, Pepito”, le pregunta su asesora Martina Martínez.

R: “Sí”, contesta orgulloso.

P: “¿Qué le dices a los jóvenes?”

R: “Que le echen ganas y que sigan escribiendo para que aprendan, si no, salen burros”, remata.

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Ante la pandemia de covid-19, los círculos de estudio se cancelaron, por lo que ahora sólo recibe visitas esporádicas de su asesora Martina Martínez, para supervisar sus avances y que no olvide lo aprendido.

“Me siento satisfecha de ser su maestra porque así como él aprende de mí, yo he aprendido de él y no nada más yo, todos mis alumnos hemos aprendido mucho de él”, relata Martínez.

Pese a que no era el objetivo del programa Aprende en Casa II, así como Don Pepito, otros adultos mayores también se han interesado en los contenidos educativos por televisión y ya sea que acompañen a sus nietos, o bien solos, esta población lo podría aprovechar para continuar con los estudios que dejaron truncos.

El Director General del INEA, Rodolfo Lara Ponte, aseguró que que han notado un incremento en este fenómeno, por lo que ya preparan una estrategia para captar a los adultos mayores que estén interesados en concluir niveles escolares, basada en el modelo de los saberes previos.

“A lo largo de la vida se van adquiriendo ciertos conocimientos, ciertos saberes y esto permite conocer que haya muchos adultos mayores que tengan la capacidad y que puedan presentar un examen diagnóstico que les permita acreditar un nivel, primaria o secundaria", dijo Lara Ponte.
“En el programa Aprende en Casa vemos que los abuelos participan de manera muy importante con los niños en las clases por televisión y estamos estableciendo esta vinculación para que las personas mayores, adultos mayores puedan incorporarse al INEA por varias vías que son muy prácticas”, indicó.

Recordó que el INEA incursiona en las comunidades con mayores rezagos, por lo que de igual manera, se prevé que asesores y técnicos docentes puedan realizar visita casa por casa, con las debidas medidas sanitarias, para captar a adultos mayores interesados en seguir estudiando. Dijo que es necesario la realización de un examen diagnóstico para acreditar un nivel escolar, para lo cual, dijo, no hay edad.

Agregó que para los adultos que deseen iniciar, continuar o concluir su educación primaria o secundaria, el INEA cuenta con el Modelo Educación para la Vida y el Trabajo (MEVyT) en su modalidad a distancia. El formato en línea se compone de módulos que el educando va estudiando y acreditando hasta completarlos para obtener su certificado de estudios digital correspondiente, que son descargables en el sitio web del INEA.

José Ortiz nació en 1916 en San Felipe, Guanajuato. Tras quedar huérfano desde muy chico, nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela y se dedicó al campo y la crianza de animales de granja. Después de casarse decidió emigrar a Pesquería, Nuevo León donde siguió laborando como agricultor y más tarde como celador.

Fue hasta cuando ya estaba pensionado que le surgió la inquietud de aprender todo aquello de lo que se había privado. Su hija Bertha Ortiz le animó a iniciar el camino de la alfabetización y aprender por fin, cómo escribir su nombre y lo más importante, leerlo. El glaucoma no lo ha detenido para seguir aprendiendo. “En vez de estar cabeceando hay que agarrar un libro para leer”, sentencia.

​dmr

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