María Luisa Silverio Cruz, de 48 años, es la coordinadora de la Casa del Migrante El Samaritano, en el municipio de Atitalaquia, Hidalgo e integrante de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María de la Diócesis de Tula de Allende.
Estuvo al frente del proyecto -en el que se brinda comida, ropa, descanso y atención médica a migrantes centroamericanos- del 2012 al 2014 y regresó en 2018 para hacerse cargo nuevamente de la Casa, ubicada en la colonia Bojay a la orilla de las vías del tren.
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Nacida en el Estado de México pero radicada en Hidalgo, María Luisa ha sido misionera y la Congregación a la que pertenece la ha enviado a países como Paraguay, Ecuador, Chile y Brasil.
¿Qué es lo primero que piensa al despertar?
Bueno lo primero que pienso es que me tengo que levantar. Sonríe. Y rezo, en la Congregación tenemos un momento de oración.
¿Qué la motiva en la vida?
En la vida me motiva el buscar que las personas puedan ser felices, que puedan acercarse a un ideal, que puedan tener una vida digna, que se viva en justicia e igualdad, buscar que la gente sea feliz, que se sientan libres.
¿Cómo fue su juventud?
Yo soy originaria de San Miguel Ameyalco, un lugar verde, con montañas y frío en el municipio de Lerma, en el Estado de México. Todavía tengo mamá porque papá ya no. Somos ocho hermanas conmigo y tres hermanos. Mi juventud fue como la de cualquier joven, practicaba deporte, el basquetbol, fui una joven inquieta, emprendedora, también fue un poco dedicada a las cuestiones de apoyo, de ayuda en lo social.
¿Estudió alguna carrera?
Estudié la licenciatura en Teología después de que ingresé a la Congregación de los Sagrados Corazones.
¿Por qué ingresó a la Congregación?
Ingresé por el deseo de ser misionera, la vida misionera fue la que me llamó mucho la atención. La Congregación misionera está presente en 35 países de los cinco continentes, es la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, es de origen francés y nació en el año de 1800.
¿Cuál es el país que más le ha gustado?
Cada país tiene su encanto, todos los lugares son bonitos y pues tanto Ecuador, Paraguay, Brasil, Chile, yo puedo decir que en cada lugar he aprendido mucho, a los mexicanos nos quieren mucho en otros países por la música, por el folklore, por la cultura y siempre nos tratan muy bien y he tenido muy buenas experiencias.
¿Hay algo que la haya marcado en su vida?
Siempre me han enviado a misiones, cuando vivía en Paraguay, cerca del río Paraná, ahí la gente son pepenadores de basureros, esa misión para mí fue una de las que me marcó mucho por ver una realidad de mucha pobreza. Ahí viví año y medio.
¿Tiene algún sueño?
Sobre todo que se puedan promover más los valores, más el sentido de la participación de la mujer en la sociedad en diferentes ámbitos, el político, el social, que las mujeres sean más emprendedoras y luchadoras por sus derechos y puedan ocupar lugares importantes.
¿Qué le gusta?
A mí me gustan mucho las cuestiones de cultura, de música, de folklore, de artesanías, conocer lugares nuevos.
¿Qué hace en su tiempo libre?
Tengo plantas, escribo, me gusta leer sobre cuestiones de arqueología, de historia, cuestiones culturales, la música también me gusta mucho, todo tipo de música menos el reggaeton.
¿Por qué el reggaeton no?
Porque siento que es repetitivo, es ofensivo, a veces clasista y es misógino.
¿Qué plantas le gustan?
Me gustan los cactus, me gustan mucho los cactus y sobre todo las plantas del interior las que no tienen que estar tanto en el sol. Me gustan los anturios y las orquídeas pero son carísimas. Sonríe.
¿Cuál es su libro favorito?
Me gusta mucho El Principito.
¿Cuál es su comida preferida?
Yo generalmente como de todo, en Hidalgo he aprendido a comer chinicuiles, me gustan mucho los escamoles, me gusta la barbacoa, el pescado y los mariscos.
Si no hubiera ingresado a la Congregación ¿qué otra cosa le habría gustado ser?
Bueno me gusta la Antropología y la Arqueología, me atraen mucho.
¿Le gusta algún deporte?
Me gusta el basquetbol sobre todo. De adolescente jugué un tiempo pero ya después lo dejé.
¿Qué posición jugaba?
Centro casi siempre y también donde el entrenador me pusiera en la cancha.
¿Y era buena?
Creo que sí. Sonríe.
¿Cómo se ve en el futuro?
Me veo feliz, me veo que sigo cumpliendo muchas metas, muchos objetivos que me propongo, me veo como una persona entregada a mi misión como religiosa y me veo también apoyando las causas sociales.