En la zona sur de Tamaulipas se han detectado por lo menos cinco casos de abusos contra migrantes que han logrado integrarse a la fuerza laboral, pero les imponen una jornada de doce horas al día por el mismo pago que a un obrero mexicano que solo trabaja ocho, principalmente en actividades de albañilería.
Son principalmente haitianos que han decidido por el momento permanecer en la región, mientras reúnen dinero y retoman nuevamente sus planes de llegar a los Estados Unidos. Unos son hombres solos y otros traen consigo a su familia.
Marbella Bernal Robles, presidenta de la asociación Conexión Joven, señaló que en Tampico, Madero y Altamira hay alrededor de 400 migrantes y de estos la mitad son de origen haitiano con diversas edades.
“Son personas de Haití, de Guatemala, El Salvador y Venezuela, entre otros países de los cuales son originarios y han tenido la oportunidad de acceder a un empleo en la zona conurbada, lo cual me da gusto, pero también hay casos donde las condiciones son desventajosas”.
Explicó que ella conoce a aproximadamente treinta migrantes que se encuentran laborando en sectores como la construcción, mercados, venta de dulces, trabajos de pintura y plomería.
“No es tan amplio para ellos el campo de trabajo, inclusive hay quienes se están yendo a la pesca en lagunas de la zona, ellos tienen una gran necesidad económica y más si traen consigo a su esposa e hijos”.
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Comentó que les pagan prácticamente lo mismo que a un trabajador mexicano, pero la diferencia es que les quieren imponer jornadas más largas, es decir, de siete de la mañana a siete de la noche, lo cual le parece injusto.
“Sí hay quienes los contratan para todo el día y les pagan de 200 a 250 pesos, aunque el salario mínimo está por debajo de los 200, el tema es que se sale de la jornada de ocho horas y sabemos de al menos cinco casos en esas circunstancia desventajosa, en el sector de la construcción”, enfatizó.
Refirió que es un esquema que no se aplica a obreros de la zona, solo a los haitianos o migrantes de otras nacionalidades que aceptan estas condiciones porque no tienen una mejor opción.
“Cuando tú tienes necesidad agarras lo que tienes a la mano, más cuando tienes familia, y de estar sin hacer nada a estar produciendo terminas aceptando el ofrecimiento”, agregó la activista.
Aclaró que también hay muchos migrantes que no quieren trabajar porque vienen de países donde es muy respetado que solo se debe laborar una jornada de ocho horas. Hay también personas de naciones como Chile, que siguen cobrando su sueldo porque contrataron un seguro en su lugar de origen.
Subrayó que no hay buenas oportunidades laborales para los migrantes actualmente, pero tampoco para la propia población del sur, pues muchos tampiqueños, maderenses y altamirenses viven con un sueldo raquítico.
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Marbella Bernal considera que para que haya empleos dignos para los migrantes primero debe haberlos para los mexicanos, pero para ello, estima necesario trabajar de la mano y reclamar derechos conjuntamente, no contrapunteándose.
Destaca que hace falta tener instalaciones de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en Tampico, órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, encargado de la protección y asistencia a refugiados en el país.
“Es una zona de tránsito y refugio de migrantes y nadie se ocupa de darles la información que necesitan, muchos no tienen su carnet porque este debe tramitarse antes de los 30 días de haber llegado y ellos ponen que tienen una estancia de 40, lo que atora su solicitud de refugio. La mayoría de la gente, con mucha dificultad llega a Tampico, como para encima estar pensando en los plazos para hacer los trámites”.
Desde su punto de vista, debería operar una Comar en vez de las oficinas del Instituto Tamaulipeco para los Migrantes ubicado en la colonia Petrolera de Tampico, cuyo funcionamiento se perfila oneroso por el costo de la renta en una zona residencial y tener hasta ocho empleados, pero donde rara vez se ve a migrantes acudir a las instalaciones.
Un verdadero calvario
Mencionó que ella ha acompañado algunos de sus recorridos inclusive desde Perú, por lo que conoce de cerca todo el calvario que enfrentan los migrantes durante su travesía.
Quienes se han quedado en la zona, se encuentran hospedados en pequeños hoteles o rentan cuartitos muy modestos donde les cobran poco, aunque no fue nada fácil lograr que les rentaran.
Bernal Robles, dijo por último que en 2022 viene una situación todavía más complicada debido al programa Quédate en México, “que pone entre la espada y la pared a los migrantes y genera riesgos a la estabilidad de los mexicanos”.
Considera que, si se sale de las manos se verá a migrantes delinquir y se padecerán otras problemáticas sociales más fuertes.
SJHN