Todas las noches antes de dormir eres cuidadosa de elegir la ropa que usarás al día siguiente. Sabes, que independientemente del clima o la actividad que vayas a realizar, debes de considerar los desplazamientos que harás por la ciudad.
“Voy a tomar el metro”, piensas y por eso decides usar un pantalón. De preferencia que no sea justo para evitar roces incómodos cuando los vagones se saturan o las miradas lascivas de conductores o pasajeros en tus piernas cuando tomas un taxi, te subes a un camión o simplemente caminas por la acera.
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Aunque el termómetro esté rozando los 30 grados centígrados y en el Sistema de Transporte Colectivo (STC) se cree un ambiente similar al de un invernadero repleto de bochornos y hedor, prefieres soportarlo mientras puedas sentirte un poco más segura y cómoda con lo que vistes, un mecanismo de defensa que te viste obligada a adaptar desde la vez que te tomaron fotografías sin tu consentimiento por debajo de tu falda favorita, esa con la que el calor no era un problema y que te hacía sentir bonita.
Acoso sexual en el transporte público¿Cuáles son las cifras?
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2019 en la Ciudad de México el 96% de usuarias del transporte público fueron víctimas por lo menos una vez de algún acto de violencia en el transporte público, desde agresiones verbales, contacto físico forzado o persecución. En nueve de cada 10 casos quien agrede son hombres.
Decides olvidar el desagradable momento y te preparas para salir, tienes una canción que no sale de tu cabeza pero decides no usar tus audífonos en la calle para que no te distraigan de estar al pendiente de quién te rodea.
Caminas las primeras cuadras y deseas haber estado escuchando aquella canción a todo volumen en lugar de chiflidos y piropos de desconocidos que encontraste en el camino y que, por supuesto, te incomodan. Decides ignorarlos y entras al metro.
¿Qué es el acoso sexual?"El acoso sexual en los espacios públicos es una de las manifestaciones más frecuentes y normalizadas de las violencias contra las mujeres y las niñas. Conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, lo que atenta contra la dignidad humana. Esta conducta además de constituir un delito transgrede el bienestar físico, psicológico, familiar, laboral y social de las víctimas", exponen Sedatu e Inmujeres en sus Lineamientos para la prevención y atención del acoso sexual contra las mujeres en el transporte público colectivo.
Mientras pasas los torniquetes, logras ver que el tren que necesitas tomar está llegando al andén, te apresuras a bajar las escaleras porque tienes prisa pero el sonido de advertencia del cierre de puertas comienza a escucharse.
Sabes que si corres puedes abordarlo a la altura de los vagones mixtos pero, al mismo tiempo, recuerdas el riesgo e incomodidad que implica. El miedo te paraliza, decides dejarlo pasar y mejor comienzas a caminar al área de mujeres.
“Amiga, voy un poco retrasada. Avísame si llega el jefe”, escribes en un mensaje a tu compañera de trabajo. Prefieres un llamado de atención por impuntualidad a perder todo el día en una fiscalía denunciando nuevamente un acoso sexual como el que viviste por segunda ocasión en el Metrobús.
Esa tarde también te tomaron fotos sin tu consentimiento. “Pero si esta vez traigo un pantalón y una blusa de manga larga ¿por qué volvió a pasarme?”, te cuestionas.
Cansada y enojada, enfrentas al hombre de entre 40 y 50 años que descaradamente tenía su teléfono celular apuntándote. Le exiges que borre tus fotografías y entre agresiones verbales te dice que estás loca, que viste mal y te hace dudar sobre lo que acaba de pasar.
Otro de los pasajeros que viajaba en el mismo Metrobús interviene y confronta contigo al hombre, afirma que él también vio cómo te tomó fotografías y le pide que muestre su dispositivo.
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Acorralado, llegando a la siguiente estación el acosador intenta huir y sale corriendo del Metrobús, espectadores de la confrontación se quedaron en silencio pero el pasajero que te respaldó llama la atención de los policías de la estación. Logran interceptar al hombre que inmediatamente se torna agresivo y comienza a forcejear con los uniformados.
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Desconcertada y con un sentimiento de vulnerabilidad que se transforma en un nudo en la garganta comienzas a relatarle al oficial con detalles lo que sucedió en tu traslado. El pasajero que te apoyó se queda contigo y declara también a los policías su testimonio.
Tras tomar tus datos, los policías te preguntan si quieres proceder a presentar una denuncia. Sabes que el proceso es burocrático, desgastante y que si lo omites puedes llegar temprano a tu casa y hacer el intento por olvidarlo.
ACOSO SEXUAL EN EL TRANSPORTE PÚBLICO¿Cuántas mujeres lo denuncian?
En 2018, la ONU publicó la Encuesta sobre la Violencia Sexual en el Transporte y Otros Espacios Públicos en la Ciudad de México cuyos datos apuntaron que el 54.4% de las mujeres no se siente segura durante sus traslados por la capital mexicana, no obstante, destacó que solo el 1.5% de las mujeres que pasa por estos hechos lo denuncia ante las autoridades.
La tentadora opción se vuelve difusa cuando recuerdas las historias que leíste sobre mujeres en tu país que desaparecieron al abordar un taxi o un camión. A las que siguieron hasta sus hogares, centros de trabajo o estudio, a quienes toquetearon sin su consentimiento y viven en la fastidiosa cotidianidad de las miradas lascivas y los piropos callejeros.
Te llenas de hartazgo, enojo y tristeza que te impulsan a presentar tu denuncia ante la Fiscalía de Delitos Sexuales ubicada en un inmenso recinto al que policías, abogados y trabajadores llaman “El Búnker” de Balderas.
Una vez dentro, la Ministerio Público te explica que si no encuentran las fotografías que te tomaron no hay delito que perseguir, porque para sorpresa de muchos, la toma de fotografías sin consentimiento se encuentra tipificada como delito.
El delito contra la intimidad sexual¿Por qué la toma de fotografías sin consentimiento se tipificó como delito?
Con la entrada en vigor de la Ley Olimpia en la Ciudad de México se logró la tipificación del delito contra la intimidad sexual en el Código Penal para castigar la difusión y producción de contenidos íntimos sexuales sin el consentimiento o autorización, así como las amenazas y extorsión.
"Artículo 181 Quintus. Comete el delito contra la intimidad sexual:
I. Quien video grabe, audio grabe, fotografíe, filme o elabore imágenes, audios o videos reales o simulados de contenido íntimo, de una persona sin su consentimiento o mediante engaño.
II. Quien exponga, distribuya difunda, exhiba, reproduzca, transmita, comercialice, oferte, intercambie y comparta imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona, a sabiendas de que no existe consentimiento, mediante materiales impresos, correo electrónico, mensajes telefónicos, redes sociales o cualquier medio tecnológico.
A quien cometa este delito, se le impondrá una pena de cuatro a seis años de prisión y multa de quinientas a mil unidades de medida y actualización", se lee en una parte del Capítulo VII del Código Penal para el Distrito Federal.
La incertidumbre te ruboriza y por un momento piensas en desistir, sin embargo, la licenciada también te indica que la Policía de Investigación (PDI) puede revisar absolutamente todos los movimientos que el hombre realizó con su dispositivo, incluso si en medio de la confrontación eliminó cualquier tipo de archivo.
Entre la apertura de la carpeta de investigación, dictámenes psicológicos, entrevistas con los PDI’s, toma de huellas dactilares, firmas, identificaciones, abogados y tras repetir una y otra vez los hechos, transcurrieron poco más de cuatro horas.
Agotada mentalmente, regresas a tu casa. Vomitas del estrés pero agradeces ya estar en tu hogar. Días después, en la primera audiencia de tu acosador los PDI’s presentan el dictamen realizado a su dispositivo móvil, el cual arrojó al menos tres fotografías tuyas tomadas sin tu consentimiento en el Metrobús.
En menos de 72 horas y tras pagar una “reparación del daño”, aquel hombre cuyo nombre te esforzaste por olvidar volvió a la calle. Sabes que aunque hay agresiones más severas en contra de mujeres en el transporte público, no quedarte callada ante la que tú viviste pudo haberle evitado el mismo mal rato a alguien más que se lo topara en su camino.
Aquella satisfacción te consuela pero poco ayuda a mitigar la ansiedad que te genera volver a subirte al transporte, aquel espacio público que se convirtió en el terror cotidiano de tu día a día.
ATJ