Múltiples miedos podrán inundar nuestros cuerpos de manera irracional, algunos otros de manera instintiva, e inconscientemente hemos adoptado temores originados por la cultura popular y la ficción; en Puebla, tenemos la oportunidad de alimentar tiburones, una actividad de conexión salvaje.
En más de una ocasión, el cine y producciones de entretenimiento, han mostrado a los tiburones como unas máquinas asesinas de la naturaleza, imparables, hambrientas y con gusto por la carne humana; no obstante, la realidad es muy distinta.
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En el Acuario Michin, la posibilidad de alimentar tiburones es algo prácticamente abierto para toda la familia, cuestiones como una altura máxima de un metro 20 centímetros, portar el equipo de seguridad del que te dota este inmueble, como lo son arnés y chaleco salvavidas, son parte de los requisitos a cumplir para la experiencia.
Además, durante el recorrido se conoce la manera en que se combinan los elementos marítimos, como el agua de Veracruz al tiburonario, donde se encuentran más de mil 500 especies vivas.
Conocer detalles significativos sobre las estrellas de esta actividad, mismas que se presume han habitado el planeta aproximadamente desde hace 150 millones de años, es parte importante para concretar la inmersión en el conocimiento.
Aunque el tiburonario cuenta con cerca de 30 ejemplares de tiburones, de los cuales hay cinco diferentes especies de las 2 mil 552 registradas a nivel mundial, los anfitriones son los tiburones gato o nodriza, cuya existencia se encuentra al filo de la extinción.
Justo por esta particularidad, en Michin, es Pedro Flores, buzo y encargado del área de experiencias, quien informa que dentro de este acuario hacen su mayor esfuerzo por cuidar y preservar la especie.
Una vez en la parte superior del estanque, se vierten algunas gotas de sangre para provocar en los tiburones el instinto de depredador, al generar en estos especímenes el estado de “frenesí”, una señal directa a sus instintos más salvajes.
Tanto tiburones gato, como tortugas de gran tamaño se acercan a la plataforma de visitantes, donde con pinzas asistidas, los visitantes pueden alimentar a los especímenes que pueden llegar a medir hasta cuatro metros de longitud y pesar hasta 115 kilogramos.
Con los tiburones a menos de un metro de distancia, los expertos nos enseñan la importancia de su preservación, rompiendo el mito de aquellos salvajes asesinos, ya que incluso, con su alimento predilecto, la lonja de calamar, se puede notar que los humanos están lejos del menú de estos animales.
Es así como el Acuario Michin abre una puerta al conocimiento, a la cercanía con la naturaleza y permite sumergirnos en un mundo que sigue siendo enigmático y desconocido por toda su grandeza, invitando a cada visitante a cuidar de estas especies y compartir de cerca la vida de aquellos que llegaron muchos siglos antes al planeta.
CHM