A sus 85 años de edad, María no se cansa de trabajar, todos los días compra su trazo de manta, hilo y agujas para elaborar carpetas con diseño original.
No tiene una oficina ni lugar alguno para ponerse a bordar. Sus manos marcan el pasar del tiempo, pero aún son fuertes para crear, es arte que pocos pueden apreciar, solo ven a una viejecita sentada sin saber que poco puede mirar.
Son muchas calles las que caminan, incluso kilómetros buscando quien le pueda comprar sus carpetas para adornar las mesas de casa y tortilleros.
“Yo me llamo María y vendo estas carpetas a 60 pesos. Tengo muchos años trabajando, camino por todos lados para que la gente venga a comprar”, dice mientras forza la vista para guiar la aguja y el hilo que bordan un campesino jalando un burrito, también hay diseños con flores de colores.
Sentada en la baqueta de la calle que da a la presidencia municipal de Tampico, espera paciente, cruza sus pies cuán delgados están luciendo las chanclas que marcan los días de recorrido, mientras, la gente pasa por su lado, pocos voltean a mirar.
“Señora, señora, mamita”, se escucha gritar a una señora del otro lado de la acera, le llama a María pues algo le quiere comprar. “Señor, pregúntele cuánto cuesta”.
María, tapada de su cabeza con una toalla que usa como pañoleta para tapar los rayos del sol, levanta la vista, deja ver las arrugas de su cara que poco se ve cuando se pone a bordar, no duda en contestar “cuestan a sesenta pesos la que quiera llevar”.
La clienta baja de la camioneta, compra la carpeta que sea pues su deseo es ayudar. “Todas son muy bonitas”, dice mientras se dispone a pagar.
María toma los billetes, los mira y los guarda cuidadosamente en su monedero, sabe que es el fruto de su trabajo que por años ha realizado desde su natal Huejutla, Hidalgo y que ha encontrado en este trabajo artesanal una forma de poder seguir adelante en su andar.
BRR