Balean a agentes de investigación y sobreviven; así sucedió

Historia

Una camioneta blanca les cerró el paso, de ella bajaron varios hombres con armas largas y comenzaron a dispararles.

En total fue un ataque en la carretera con 44 casquillos.
Alejandro Reyes
Pachuca /

La camioneta es verde. Las puertas del piloto y el copiloto están abiertas. Tiene impactos de bala en el parabrisas, el cofre, las salpicaderas, en la parte trasera y en el medallón. Hay restos de sangre en el interior.

Sobre la carretera hay casquillos salpicados, cayeron al suelo en medio de la balacera. La camioneta tiene cinco impactos de arma de fuego en el parabrisas, ocho en el cofre, uno en la salpicadera izquierda y uno más en el lado izquierdo.

Está abandonada cerca de un puente de fierro que cruza un río, en Ixmiquilpan, en una avenida de un solo carril, con banqueta de un solo lado, rodeada de terrenos, palmeras y cultivos. La alumbran los postes de luz que hay cerca.

Pasan de las diez de la noche en el corazón del Valle del Mezquital, es el 30 de abril de 2019. El piloto y el copiloto, agentes de investigación de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo, escaparon, heridos. Ambos sobrevivieron al ataque.

Los dos agentes circulaban aquella noche sobre el puente, al cruzarlo vieron una camioneta gris estacionada, de pronto una camioneta blanca les cerró el paso, de ella bajaron varios hombres con armas largas y comenzaron a dispararles.

El agente B, que iba de copiloto, le dijo a su compañero que se echara de reversa, lo hizo, pisó el acelerador pero solo retrocedió 50 metros, las balas se estrellaron contra el parabrisas y luego con su cuerpo, recibió cuatro impactos. La sangre comenzó a resbalar por su tórax.

Los hombres disparaban sus armas una, otra y otra vez frente a la camioneta verde. El agente B se cubrió la cara con el brazo derecho como si fuera un escudo contra las balas, de nada sirvió, recibió dos impactos, empezó a sangrar. Le dijo a su compañero que se bajara, éste abrió la puerta y se echó a correr, él hizo lo mismo. Ninguno de los dos desenfundó su arma para defenderse.

Tras bajar de la camioneta y correr el agente A escuchó disparos detrás de él, los hombres lo persiguieron pero los perdió. Los hombres también fueron detrás del agente B y éste escapó, corrió en zigzag unos 200 metros hacia los cultivos y se ocultó al amparo de la oscuridad.

Esa noche los dos agentes de la Procuraduría estaban en Ixmiquilpan vigilando a un hombre que tenía una orden de aprehensión por el delito de homicidio, sin embargo, se dio cuenta de que lo estaban vigilando.

Entonces los agentes regresaron a la oficina, le informaron a su comandante, le dijeron que cambiarían de vehículo y seguirían la vigilancia en la camioneta del agente A pues no contaban con unidades suficientes.

Salieron de la comandancia a bordo de la camioneta verde. Minutos antes de las diez de la noche de aquel martes cruzaron el puente, había una camioneta gris estacionada, entonces una camioneta blanca les cerró el paso, de ella bajaron cuatro hombres con armas largas y jalaron de los gatillos apuntando hacia los agentes.

Entre de la balacera el agente A alcanzó a ver que uno de los hombres que bajó de la camioneta blanca del lado del copiloto y comenzó a dispararles era uno a quien estaban investigando por otro tipo de delitos en la zona, le decían “el babas”.

Tras bajar de la camioneta ensangrentado y empezar a correr herido el agente A se percató que dos personas le seguían disparando a sus espaldas pero no dieron en el blanco. Los perdió. Corrió hacia un terreno baldío y después se metió a una refaccionaria en donde llamó a sus compañeros y les pidió apoyo, llegaron hasta donde estaba y lo trasladaron en una ambulancia al Hospital Regional de Ixmiquilpan.

El agente B, con sangre en la mano derecha, al descender de la camioneta corrió hacia los cultivos, los hombres lo siguieron pero él se ocultó entre los sembradíos con la noche como aliada. Llamó a sus compañeros por teléfono y acudieron en su auxilio. Luego de la balacera los agresores escaparon en las camionetas.

Al agente A una bala le dio en el pecho del lado izquierdo, otra en la lateral de la costilla izquierda, una en la columna y otra en un dedo de la mano izquierda. Sobrevivió. El agente B resultó con lesiones por los dos impactos de bala en el antebrazo derecho y fractura del quinto metacarpiano de la mano derecha.

El agente A fue quien reconoció a uno de los agresores. De acuerdo con el agente B los hombres, tras bajar de la camioneta blanca, les comenzaron a disparar con las armas largas a una distancia de diez metros.

Las autoridades detuvieron al agresor que identificó el agente A. Fue señalado como coautor del delito de homicidio calificado en grado de tentativa. El juicio se llevó a cabo en los juzgados de Pachuca por razones de seguridad. El Ministerio Público pidió una pena de 53 años de cárcel. Los jueces lo sentenciaron a seis años y ocho meses de prisión.

Al momento del ataque ambos agentes portaban sus armas. El agente A, con 21 años como policía, dijo que no le dio tiempo de sacar la suya, todo ocurrió muy rápido. El agente B, con 25 años como uniformado, tampoco sacó su arma porque es diestro y fue lesionado de la mano derecha.

El agente A fue trasladado al Hospital Regional de Ixmiquilpan para su atención por los cuatro impactos de bala, sin embargo, sus compañeros recibieron amenazas de que ahí mismo lo iban a rematar y lo trasladaron de inmediato al Hospital Regional de Tulancingo.

Luego de la balacera contra ambos agentes, la huida de los agresores y la camioneta verde abandonada con las puertas abiertas del piloto y el copiloto con sangre en su interior, en el lugar, antes de la medianoche, los peritos encontraron sobre la carretera 44 casquillos. Ninguno fue mortal.

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