Un grupo de vendedoras ambulantes de aguas y frutas, quienes antes del cierre de la Zona Arqueológica de Tula por la pandemia de covid-19, vendían sus productos en las escalinatas del complejo, solicitaron a las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que les permitan retomar su actividad, la cual desarollan desde hace 15 años.
El grupo de 14 mujeres y un hombre, madres y padre soltero, dijeron que las autoridades del inmueble les indicaron que sólo les permitirían vender sus productos afuera de la puerta y no en las escalinatas o en el estacionamiento como lo hacían antes de la pandemia.
"Somos 15 vendedores, entre ellos una señora ya grande, somos madres solteras que venimos con nuestros hijos, entonces no tenemos el recurso para sostener a nuestras familias y llevar el alimento a nuestras casas, y por ello queremos que seamos escuchados por las personas que tienen la autoridad de darnos ese permiso para vender nuestras aguas, chicharrones, papas, paletas, congeladas, fruta, lo que antes vendíamos al interior", dijo Karina Cañedo Cruz, representante del grupo.
Y agregaron: "estábamos en el estacionamiento de la zona arqueológica, ayer (lunes) nos acercamos con la licenciada Malena, que es la que ahorita quedó de encargada y ella nos comenta amablemente que sí nos dejan seguir trabajando pero que a lo que ella se le ha indicado es que sea en la parte de afuera, en la entrada, entonces lo que nosotros pedimos es que nos den nuevamente la oportunidad de entrar, se lo pedimos al titular del INAH en Hidalgo, Héctor Álvarez Santiago, vamos a ingresar también un oficio".
María Luisa Martínez Villegas, otra de las integrantes del grupo de comerciantes dijo que en su periodo al frente de la ZAT, Alejandro Gasca, les permitió, de palabra, realizar la venta, pues antes de eso, prosiguió, "sufrimos porque no teníamos ningún permiso y traíamos a nuestros hijos, estábamos vendiendo a los turistas y los policias o empleados de aquí de la zona arqueológica nos correteaban entre los cardones, y muchas veces nuestros hijos se encardonaban, y todavía nos tiraban nuestro producto a la basura".
Expuso que corrían de los vigilantes y de los empleados pues tenían temor de que las metieran a la cárcel por no tener permiso de venta, pero afirmó que era más la necesidad y por ello se arriesgaban a vender en el sitio para sostener a sus hijos, por lo que pidió a nombre de sus compañeras de grupo que les permitan retomar su actividad al interior y se comprometieron a atender las medidas sanitarias a fin de evitar contagios de covid-19.