Cada año en tiempo de lluvias es una angustia para Dulce María Bárcenas, quien vive con su madre de 78 años y sus tres hijos adolescentes en la calle Cerrada de Carrizales, a escasos cien metros de la cortina de la represa y su familia siempre es de las más perjudicadas cuando empiezan los escurrimientos o se desborda.
“Ayer lo primero que hicimos fue llevar a mi mamá a casa de unos familiares para ponerla a salvo, mis hijos ya crecieron, hemos vivido tres desbordamientos y me ayudaron de inmediato a subir los colchones a la mesa cuando empezaron los escurrimientos y, como siempre, fuimos los primeros en inundarnos”.
La mujer de 38 años, madre soltera, rechazó las versiones que los culpan por haberse asentado en terrenos irregulares y de alto riesgo “mi papá compró estos terrenos hace 76 años, era campo, él sembraba calabaza, lechuga y maíz, el agua de la presa era limpia y la utilizaba para regar las milpas”.
Pero hace más de 15 años empezaron a construir las bodegas y la presa se convirtió en depósito de aguas residuales, aguas sucias, “antes no se desbordaba, pero en la actualidad vivimos con la zozobra cada temporada de lluvias”.
Ayer en la noche, Dulce María encaró al alcalde de Cuautitlán Izcalli, Ricardo Núñez Ayala, cuando pasó a bordo de una camioneta y le dijo que bajara a mojarse como ellos lo estaban padeciendo.
“El agua arrastró las gallinas y pollitos, todos murieron, solo le pedíamos costaleras para protegernos, pero esta mañana no ha enviado los costales, necesitamos muchos, solo hay dos hileras y si vuelve a llover vamos a anegarnos otra vez”.
Requirió una brigada médica para que los vacunen contra el tétanos, porque sus hijos y ella se expusieron a las aguas residuales, pero tampoco ha llegado esa ayuda.
Esta mañana trabajadores del Organismo de Agua realizan limpieza de basura en la presa El Ángulo.
KVS