Don Salvador pasó de ser un artesano del vidrio a vendedor ambulante porque el covid-19 lo orilló, ya que perdió su espacio formal de trabajo que era un restaurante en el que estuvo 20 años y que ahora se encuentra cerrado por la pandemia.
Con 30 años dedicado a las artesanías de vidrio, compartió a MILENIO Puebla que su bisabuelo enseñó a su abuelo, él a su padre, y así llegó el conocimiento llegó a su generación.
Narró que desde hace 20 años la Fonda de Santa Clara, ubicada en la calle 6 Oriente, se convirtió en su espacio de trabajo, sin embargo, el restaurante fue uno de los afectados por la pandemia y cerró sus puertas.
“Yo trabajaba en el interior de la Fonda de Santa Clara, pero al cerrar el establecimiento por coronavirus, me quedé sin un espacio para trabajar y sin un ingreso fijo. Ahora soy ambulante sin el apoyo del gobierno. El único apoyo que he recibido es de la ciudadanía, quien viene a comprar mis figuras de vidrio en la vía pública”, expresó el entrevistado.
Ante esto, denunció que al ser ambulante se enfrenta a la extorsión de personal del ayuntamiento para que lo dejen trabajar en la vía pública.
Asimismo, refirió que es una situación complicada ser informal pero no tuvo otra opción, debido a que dependen económicamente de esta fuente de empleo, seis integrantes de su familia.
De igual forma, comentó que sus figuras son artísticas y tienen precios accesibles, pues la gente las encuentra desde 10 a 200 pesos, donde él le dedica 15 minutos a una hora de su tiempo y trabajo.
“Al realizar una pieza de vidrio, pongo todo mi esfuerzo y corazón. Las personas que compran mis figuras se llevan una parte de mi esencia, de mi corazón; es un trabajo que amo hacer y que es herencia de mi bisabuelo que no dejaré de perder a pesar de la pandemia”, expresó el artesano poblano.
Resaltó que con la contingencia sanitaria se enfrenta a la falta de material, debido a que proviene de China y ahora no cuenta con el mismo, por lo que tiene que trabajar con pedacería para sacar un poco de ingresos para sus insumos y alimentos.
Don Salvador agradeció la solidaridad de don Herminio, dueño de una dulcería ubicada en la zona, ya que le permite instalarse afuera de su negocio.
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