Una hilera de personas mayores, la mayoría hispanas, yacen en coma inducido conectadas a ventiladores, mientras las enfermeras chequean sus monitores en un colapsado hospital del sur de Los Ángeles, cuando Estados Unidos bate récords diarios de fallecidos por la enfermedad.
Esta unidad de cuidados intensivos de uno de los distritos más pobres de Los Ángeles está acostumbrada a la muerte, pero ahora en plena pandemia de covid-19 en el país los médicos dicen que nunca vieron algo igual.
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"Es duro. Somos humanos y hacemos lo mejor que podemos", dice la enfermera Vanessa Arias. "Pero ya hemos visto demasiadas muertes en la últimas semanas. Estamos en lo peor de la tormenta", dice.
El hospital Martin Luther King Jr (MLK), ubicado entre los barrios Watts y Compton, está desbordado por la imparable afluencia de pacientes de coronavirus.
Su capilla y tienda de regalos habían sido convertidas en salas de exámenes, se instalaron nuevas camas de cuidados intensivos en la sala de posoperatorios y fuera de la principal entrada se instalaron carpas como hospitales de campaña.
El hospital de 131 camas tenía 215 pacientes; la mayoría con covid. Médicos de la Guardia Nacional acababan de llegar para auxiliar a los desbordados doctores y enfermeras.
"Si Los Ángeles es el epicentro del mundo, esta comunidad es el epicentro del covid en Los Ángeles", dijo la directora del hospital, Elaine Batchlor.
Los barrios de los alrededores son habitados mayoritariamente por hispanos y negros, dos de las franjas demográficas más azotadas por el virus.
Estados Unidos tiene la mayor cantidad de casos y muertos del mundo. El jueves llegó a un nuevo récord de casi 4.000 decesos por covid en un día, lo que elevó a más de 364.000 los fallecidos desde el estallido de la epidemia. La cantidad de infectados era de 21,5 millones.
En el hospital MLK, la mayoría de los pacientes son esencialmente trabajadores, que están altamente expuestos en las tiendas de alimentos y el transporte público, y viven hacinados en hogares donde el aislamiento es casi imposible.
Incluso antes del covid, la comunidad registró niveles epidémicos de enfermedades prevenibles y crónicas como diabetes, obesidad, cardiopatías y septicemia.
"Vimos familias enteras, grupos de ellas, enfermarse al mismo tiempo", dijo Arias, que como muchos miembros del personal es hispana y creció en la zona.
La cantidad de infectados en Los Ángeles desde noviembre ha sido abrumadora, incluso tras 10 meses de pandemia en la segunda mayor ciudad de Estados Unidos.
Una cantidad récord de 8 mil residentes del condado están hospitalizados por covid. Casi uno de cada 12 ya se ha contagiado y uno de cada cinco que fueron testeados recientemente resultó positivo. Murieron más de 11 mil.
"Yo también estaba en Nueva York cuando la cosa estaba realmente mal. Pero esto es probablemente lo peor que he visto", dice Taylor Reed, una enfermera itinerante de 24 años que el año pasado año también trabajó en Washington DC y Minnesota.
California había sido elogiada por su manejo de la crisis sanitaria en la primavera boreal pero los casos se dispararon e hicieron que en la mayoría del estado se volviera a dictar la orden de "quédate en casa".
Los encargados de las ambulancias recibieron la orden de no transportar a los pacientes con posibilidades extremadamente bajas de sobrevivencia.
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Aun bajo el alza de contagios generados en las reuniones del Día de Acción de Gracias, funcionarios de salud pública esperan otra disparada en las próximas dos semanas debido a las celebraciones navideñas.
Según Batchlor, la desventajosa ubicación del hospital MLK es la clave de su fortaleza.
Acostumbrados a trabajar en un "muy pero muy ocupado departamento de emergencia" en tiempos normales, el personal de las nuevas instalaciones tiene experiencia para tratar rápidamente a los pacientes.
La mayoría recibió al menos una dosis de la nueva vacuna de Pfizer. Sin embargo, Batchlor aún teme por sus dedicados empleados ante la imparable llegada de pacientes.
"Me preocupa por cuánto tiempo pueden seguir en esta situación y bajo esta presión"
Pese a la muertes casi diarias, mantener informados a los familiares la hace sentir realizada. "En cuanto pensé que se iba a morir, les avise que vinieran rápidamente", dijo la enfermera Arias. Ella deseaba que los familiares llegaran a tiempo para despedirse de la señora.
"Lamentablemente, no pudieron", concluye.
evr