La Cuenca del Atoyac que abarca 70 municipios de los estados de Puebla y Tlaxcala presenta altos contrastes, por un lado, viviendas con los más altos valores que se establecen en dólares y, por el otro, casas en las que domina la pobreza y la pobreza extrema.
De acuerdo con el análisis de Lorena Cabrera Montiel, coordinadora de la Especialidad en Gestión Integral del Riesgo de la Universidad Iberoamericana Puebla, el sector inmobiliario engloba múltiples industrias que, en suma, tienen altos impactos ambientales.
La construcción representa el 16 por ciento del consumo del agua; mientras que nueve por ciento se hace uso en el trabajo en el cemento, uno de los principales elementos en del desarrollo de viviendas y edificios.
Justo a las orillas del río Atoyac se pueden encontrar terrenos con un alto valor económico en donde el metro cuadrado se fija en dólares. Se tienen registrados costos de terrenos de hasta 100 dólares por metro cuadrado, es decir, dos mil 100 pesos; mientras que, en otras partes del mismo afluente, se encuentran terrenos con el más bajo valor, menos de mil pesos, por la falta de servicios públicos.
“Hay asentamientos que tienen un proceso legal, pero hay asentamientos que son irregulares, que son ilegales. Tanto unos como otros asentamientos contribuyen a la deforestación y al deterioro de la cuenca. Vemos zonas naturales que se incendian y que luego se venden y más tarde son fraccionamientos”, destacó.
La investigadora destacó que al sector inmobiliario no le importa si el agua a los alrededores de las viviendas está contaminada o no, más bien se rigen por la demanda de casas y por elementos como la seguridad en complejos habitacionales.
“Por un lado, en zonas con un alto valor comercial de las viviendas, las constructoras tienen capacidad de construir pozos más profundos. Al mismo tiempo, no hay preocupación porque haya calidad y no disponibilidad de agua.
A los alrededores de la cuenca del Alto Atoyac se encuentran dos zonas metropolitanas, la Puebla-Tlaxcala con más de un millón y medio de personas; y la Apizaco-Tlaxcala, que suma más de 500 mil habitantes.
La especialista en desarrollo territorial de la institución que forma parte del Sistema Universitario Jesuita explicó que el sector inmobiliario no se ve afectado por la contaminación del acuífero, por el contrario, las políticas de suelo han contribuido a que algunas viviendas cercanas al río sean más caras que en otras áreas.
“Esto se debe a que la disponibilidad de agua, independientemente de su sanidad, ayuda a inflar los precios para la construcción. Además, se utilizan dos toneladas de materias primas por cada metro cuadrado de construcción”, apuntó.
Otros fenómenos como la deforestación, la mala gestión de residuos, la construcción en cauces de ríos y la instalación inadecuada de drenajes tienen un impacto directo en la contaminación de la cuenca.
“Es un sector muy extractivo, que genera muchos recursos y que no le importa mucho dónde se ubica. En el proceso de elaboración de materiales para la construcción hay contaminación. Por ejemplo, en las canteras hay contaminación de agua y pueden presentarse escapes de sustancias y puede presentarse contaminación del aire y del suelo. La lluvia puede llevarse la contaminación a los cuerpos de agua”, resaltó.
AFM