Lo que hace muchos años era una de las tantas barrancas que llevaba agua limpia del deshielo y los mantos acuíferos de La Malinche, hoy se ha convertido en un tiradero clandestino a la vista de todos, dejando a relucir un auténtico ecocidio.
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A escasos cien metros del panteón de La Resurrección, junta auxiliar al Norte de Puebla capital, entre las calles Acoco e Ignacio Zaragoza, se encuentra una barranca de aproximadamente diez metros de profundidad dividida por un camino de terracería.
Multimedios Puebla realizó un recorrido en la zona y se topó con uno de los mayores desastres ambientales de los que haya registro en la historia reciente de Puebla, sin que las autoridades municipales, estatales y federales realicen algo al respecto, pese a que cuentan con leyes para evitarlo y aplicar las sanciones correspondientes.
La zona norte de la barranca es la que muestra las escenas más dantescas. Ahí, a simple vista, “chatarreros” abandonan las carcasas de lo que en algún momento fueron refrigeradores domésticos, cuya vida útil ronda los 10 a 16 años, pero tardarán más de mil años en degradarse.
El panteón de refrigeradores en La Resurrección tiene su propia ofrenda y no es agradable: llantas abandonadas, cascajo, basura y más basura, sumado al depósito irregular de aguas residuales, hacen de este sitio un auténtico cóctel de contaminantes que todos los días respiran los habitantes de las viviendas aledañas, que parecieran pertenecer a personas de alta y muy alta marginación como lo es la mayoría de la población en esta junta auxiliar. El agua estancada se tiñe de negro y el olor es insoportable.
Al otro lado, el panorama no es mejor. Los pastizales lucen secos, las laderas de la barranca están erosionadas pero se visten con los cientos de toneladas de basura que todos los días se depositan allí clandestinamente, sin contar que los propios pobladores bajan a quemar su basura, lo que recrudece la situación.
Este problema también sería promovido por causa de la obsolescencia programada, que a decir de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), es “la acción intencional que hacen los fabricantes para que los productos dejen de servir en un tiempo determinado”.
“Llevamos así 15 años”
Juan es uno de los vecinos que se ha visto afectado por el panteón de refrigeradores de La Resurrección, ya que con la temporada de calor, los materiales de las barrancas llegan a incendiarse y ponen en riesgo su patrimonio.
A ello se suma la temporada de lluvias, cuando la barranca se convierte en una "laguna verde" con varias toneladas de basura en su interior.
“En temporada de lluvias sí se pone bien feo. La barranca sí se llena a la mitad y huele bien feo, hay de todo, hasta perros muertos que se llegan a ahogar. Se vuelve un apestadero”.
Juan señaló que aquellos que contaminan la barranca lo hacen de noche, sin embargo, acusó que personal del panteón de La Resurrección también la utilizan para depositar diversos desechos.
“Los que vienen a tirar lo hacen de noche, no lo hacen de día, ahorita está tranquilo, pero luego ya te das cuenta y hay dos o tres contenedores de refrigerador con unicel”.
Ley es “letra muerta”
Tal y como sucede con la protección del ecosistema, en donde la flora y la fauna han sido claramente afectados, la aplicación de las leyes ambientales que deberían cuidar y velar por la integridad de esta barranca se han convertido en 'letra muerta', pues nadie es sancionado por contaminar este lugar.
De acuerdo con el Código Reglamentario Municipal (Coremun) de Puebla, en su artículo 1789, "las actividades que generen residuos sólidos urbanos deberán contar con un sistema de tratamiento previo, a efecto de reunir las condiciones necesarias para prevenir o evitar: la contaminación del suelo; las alteraciones nocivas en el proceso biológico de los suelos; la modificación, trastorno o alteración en el aprovechamiento, uso y explotación del suelo; y la contaminación de los ríos, cuencas, cauces, lagos, embalses, mantos acuíferos, aguas subterráneas y otros cuerpos de agua." Sin embargo, la realidad es otra.
El artículo 1783 también expone la necesidad de cuidar los ecosistemas naturales dado el impacto negativo que podría provocar la alteración de sus componentes a corto, mediano y largo plazo; incluso, el Ayuntamiento de Puebla, en el artículo 1787 del Coremun, se reconoce con atribuciones para "realizar las denuncias respectivas ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) de la existencia de fuentes generadoras de residuos sólidos peligrosos dentro del municipio", aunque no hay registros que denuncien lo que sucede en La Resurrección.
De acuerdo con el Código Penal Federal, en los artículos 414 y 416 del apartado "Delitos contra el Ambiente y la Gestión Ambiental", contempla penas de uno a nueve años de cárcel "al que ilícitamente, o sin aplicar las medidas de prevención o seguridad, realice actividades de producción, almacenamiento, tráfico, importación o exportación, transporte, abandono, desecho, descarga, o realice cualquier otra actividad con sustancias consideradas peligrosas por sus características corrosivas, reactivas, explosivas, tóxicas, inflamables, radioactivas u otras análogas, lo ordene o autorice, que cause un daño a los recursos naturales, a la flora, a la fauna, a los ecosistemas, a la calidad del agua, al suelo, al subsuelo o al ambiente", tal y como sucede con el panteón de refrigeradores en La Resurrección; no obstante, no hay personas detenidas por verter residuos en este punto.
CHM