La fundación Sonrisas Bajío, beneficia a más de 70 niños con diferentes discapacidades, con sesiones de equinoterapia, en la ciudad de León.
“Actualmente trabajamos con más de 70 niños, bueno más de 70 familias muchísimas familias, gracias a Dios, con las cuales nosotras les damos el servicio", comentó la Directora General de la Fundación Sonrisas Bajío.
La fundación lleva activa desde hace 5 años, y la directora Karime Portillo comentó que la misma, nació luego de una situación familiar, ya que a su sobrina le diagnosticaron encefalitis viral, una discapacidad mental, que realizó un reseteo en su cerebro, a lo que motivó a Karime a poder establecer la fundación.
Actualmente atienden a más de 70 personas con diferentes capacidades, ya que la equinoterapia es complementaria de cualquier tratamiento que tome el paciente, la fundación recibe desde niños, adultos y adultos mayores, que requieran de dicho complemento.
Los pacientes que acuden a la fundación, presentan presentan patologías como, autismo, síndrome de down, parálisis cerebral, problemas de lenguaje, problemas emocionales, "trabajamos innumerables situaciones".
Indicó que actualmente el laborar con cada paciente, representa algo importante para ellos, pues no sólo benefician al paciente con la equinoterapia, sino también a las familias que los acompañan, pues no sólo trabajan la parte física, sino también la emocional, ya que cuentan con 10 especialistas que se encargan de brindar la atención tanto psicológica, física y mental.
Señaló que por la pandemia, se bajó el trabajo, sin embargo ahora han continuado con las terapias, con los protocolos correspondientes de sanidad, para mantener una actividad constante en la recuperación de los pacientes, ya que mencionó que siempre van a necesitar una rehabilitación y en caso de suspender, puede llegar a haber un retroceso en el avance de la misma.
Karime Portillo cuenta con 7 especialidades en relación a la equinoterapia, para poder apoyar a los pacientes y además se encuentra impartiendo diplomados de equinoterapia, para que más personas se especialicen en dicha estructura.
Comentó que todo el personal que colabora en dicho espacio, está certificado en la atención de los niños, adultos y adultos mayores, así también para poder convivir con los caballos y mantener el control del animal.
"La temperatura del caballo es de 38 grados, un caballo trabajado nos puede trabajar hasta 40 grados también las espasticidad de los niños, eso es hacia la marcha del caballo que pueda tener y viaja una información hacia la columna del cerebro que crea una sinapsis entre neurona a neurona, entonces el nosotros subir a un niño a un caballo, empezamos a trabajar en un lenguaje neuronal, nosotros vemos movimientos repetitivos de subir manos, bajar, estirar y eso empieza a crear un patrón neurológico", dijo.
Lo que se trabaja en la equinoterapia, es la coordinación, el equilibrio, la seguridad y confianza en el que practica las actividades.
Comentó que los caballos también reciben un entrenamiento constante, para que puedan convivir con los pacientes, sobre todo para generar una confianza en el animal y el paciente, ya que al final del día los caballos también son animales y pueden tener diferentes reacciones.
Hasta el momento la fundación también realiza proyectos de zooterapia, tanto delfinoterapia, canoterapia, entre otras.
“Hay un dicho que dice que la ciencia sana, pero la naturaleza reafirma emociones", comentó Karime.
El equipo que se encarga de las terapias, brindó su opinión de cómo es trabajar con los pacientes:
“Si tienen tarea de matemáticas, pues aquí mismo arriba del caballo lo trabajamos, tenemos un club de tareas y ahorita que ya regresaron a la escuela, pueden venir y aquí hacemos la tarea", comentó Michel Breña, Pedagoga de la fundación.
"Trabajo con diferentes conductas, trastornos, todo lo que tenga que ver con confianza y seguridad de los niños", agregó.