La sombra del frondoso árbol que está en la plaza de la Repoblación no fue suficiente para cubrir a toda la gente que acudió al tradicional evento en el que se recordó a los primeros habitantes de Altamira que repoblaron Tampico, hace 200 años.
Atrás quedaron las nubes grises de hace tres días, la lluvia y sol salió a su máximo esplendor, como si supiera que el puerto jaibo estaba de manteles largos.
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A la plaza de la Repoblación, que está en la entrada al Centro de Tampico, no solo llegaban los invitados vestidos de blanco y colores claros, también los ciudadanos cargando sillas para presenciar el evento.
En punto del mediodía, el alcalde de Altamira, Armando Martínez Manríquez y su esposa Rosy Luque de Martínez, llegan mientras encabezan el contingente de carretas, que representan a quienes repoblaron Tampico hace dos siglos.
El presidente municipal de Tampico, Jesús Nader Nasrallah y su esposa Aída Féres de Nader, reciben a los visitantes en la calurosa tarde de abril y comienzan con el protocolo, en medio de flashes de cámaras, aplausos y gritos como “¡Viva! ¡Bravo!”.
Aprovechan para presentar a los invitados y se entregan los tradicionales presentes, los dulces típicos que regala la autoridad altamirense y la canasta que Chucho entregó a Armando, en la cual destaca una botella Chinaco conmemorativa a los 200 años.
“Chucho y yo somos amigos desde hace más de 20 años”, expuso ante los presentes en el evento, además de recalcar que “son dos ciudades con potencial que están obligadas a hacer región”, es inminente.
“¿Por qué es el desfile, mamá?”
Antes de poner el arreglo floral en el monumento para salir al recorrido tradicional hasta el pórtico de la presidencia municipal, los alcaldes, sus esposas y los invitados especiales se toman la foto que ya es histórica, que se recordará sin lugar a dudas en cien años más. “¿Por qué es el desfile mamá?”, le preguntó un niño a su mamá mientras el recorrido iniciaba por la calle Altamira, abajo por un puente peatonal desde el que siempre se hacen fotos desde arriba. “Es que Tampico está cumpliendo años, ya tiene 200”, le responde la señora.
De las casas en segundos y terceros niveles, en los negocios y hasta la construcción en las alturas, se detuvieron por algunos segundos para observar la gran mancha blanca de gente que marchaba bajo el sol, logrando robarle saludos a Chucho Nader, Armando Martínez y los integrantes de la comuna.
A la una en punto una moto de Tránsito y Vialidad frena la marcha, casi al llegar al cruce de Altamira con Colón, en el Centro porteño, una Suburban con torreta se acerca y anuncia la llegada del gobernador Américo Villarreal. En las banquetas ciudadanos, mujeres, hombres, jóvenes y niños con globos blancos que tienen plasmado el número 200 le abren paso a las autoridades. Se oye “¡Viva Tampico!” o “Arriba Chucho Nader”.
Casa Gándara será museo
Los empresarios, ex alcaldes y ciudadanos, esperan frente al pórtico de la presidencia municipal porteña a los protagonistas de la celebración, un escenario que tiene de fondo el histórico y popular “pulpo rosado” de la plaza de Armas.
Se realiza la ceremonia y el gobernador en su intervención habla de que “Tampico está llamado a ser un ejemplo nacional”, además es imposible no recordar el año de 1988, fecha en la cual su padre Américo Villarreal Guerra inauguró el Puente Tampico junto al presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado.
Llegó el momento y el presidente Chucho Nader y el gobernador, le impusieron la medalla “Fray Andrés de Olmos”, al empresario Carlos Dorantes del Rosal, el máximo reconocimiento que la ciudad le entrega a una persona por su labor en beneficio de la población.
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El galardonado, es breve y recuerda que es más tampiqueño que el agua de jobito o la laguna del Carpintero, y que por diez años realizó un desfile por la ciudad en el cual mostraba a la población su colección de coches.
En un momento del discurso, recuerda la adquisición de la histórica “Casa Gándara”, una propiedad en la calle Carranza y Sor Juana Inés de la Cruz, la cual se va a convertir en un nuevo museo para la ciudad, así que con el anuncio se roba los aplausos.
Luego del histórico evento, Carlos Dorantes, Chucho Nader, el gobernador y los invitados, caminan por la plaza de Armas y se dirigen al Casino Tampiqueño, sitio en el que se llevará la comida formal.
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Los ciudadanos frenan el avance del gobernador Américo por la peatonal Salvador Díaz Mirón, le piden fotos y se detiene a atenderlos. Al final llegan al Casino que este año cumplió 133 años y forma parte de la historia del puerto.
No había mejor forma de festejar que con la gastronomía icónica de la ciudad, así que se pudo degustar una jaiba rellena acompañada de lechuga, pepino y rodajas de naranja. El plato fuerte fue carne asada a la tampiqueña y de postre, un pastel de tres leches con vainilla y nuez.
SJHN