Cada año se registran en el planeta alrededor de 200 mil suicidios de jóvenes de entre 14 y 28 años de edad y que fueron víctimas de acoso escolar. En México, el 50 por ciento de niños y adolescentes son agredidos por sus compañeros y, aunque en tiempos recientes los gobiernos han volteado a ver esta problemática e implementaron técnicas de prevención en la currícula, lo cierto es que todavía no hay profesores bien capacitados en el tema.
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De acuerdo con los últimos análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México continúa como el país líder en casos de violencia escolar. El diagnóstico, que coincide con cifras recientes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), ubica un 44.7 por ciento de alumnas y alumnos que han referido haber sufrido algún acto de violencia verbal, psicológica, física y a través de diferentes redes sociales.
El bullying o acoso escolar se define como una conducta de persecución y agresión física, psicológica o moral que realiza un estudiante o grupo de estudiantes sobre otro, con desequilibrio de poder y de manera reiterada. Tanto los agresores como las víctimas pueden estar presentes en las aulas durante la niñez, continuar en la adolescencia, en la preparatoria y pueden llegar, incluso, hasta la universidad.
Para Araceli Sanz, psicóloga y académica del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (Iteso), una de las mejores formas de evitar el acoso escolar es entrenando a los chicos en habilidades sociales, empatía, inteligencia emocional y el cultivo de la compasión: “Son buenas las técnicas de mindfulness, específicamente las estrategias de cultivo la compasión y amor bondadoso. Las técnicas de habilidades sociales y de inteligencia emocional se están empezando a aplicar, ya son parte del sistema educativo de la Secretaría de Educación Pública (SEP), aunque todavía no hay una capacitación adecuada, pero en general, dependiendo de la etapa en la que se encuentra el niño se puede trabajar de forma grupal, a través de juegos y técnicas que empiezan entrenando la capacidad de enfocar la atención, luego el escaneo corporal y luego ya lo que tiene que ver con el reconocimiento emocional de los otros”.
“La atención y el escaneo corporal se usa porque se ha encontrado que antes de conectar emocionalmente con una persona a, el niño o adolescente debe ser capaz de conectarse con sus propias emociones y sus propias reacciones corporales. Cuando nos entrenamos en percibir y atender nuestros estados emocionales, en este momento también podemos percibir mejor los estados emocionales de las otras personas”,dijo.
La especialista aseguró que las principales repercusiones en un menor que es víctima de acoso escolar van desde síntomas psicológicos leves como miedo de ir a la escuela hasta padecimientos más severos como trastornos de ansiedad, depresión e, incluso, intento de suicidio. También puede ser que deje de asistir a la escuela y que tenga un bajo rendimiento académico.
“En el acoso escolar hay una persona que es intimidada constantemente, esto se vuelve un estresor crónico que hace que el cuerpo libere ciertas sustancias como la hormona cortisol. Esa hormona puede llevar a una baja en el sistema inmunológico y, entonces, ser más propenso a las enfermedades infecciosas, intestinales y psicosomáticas, como la dermatitis o la gastritis”, explicó.
Se ha encontrado que quienes sufrieron acoso escolar en la infancia, durante la vida adulta pueden tener una mayor probabilidad de padecer depresión o trastornos de ansiedad.
Todo niño está expuesto al acoso escolar, pero los más vulnerables son los más introvertidos, los que tienen algún déficit de atención o algún problema de aprendizaje y los niños con obesidad. En países multiculturales, como Estados Unidos o Canadá, el pertenecer a una minoría étnica también es un factor de riesgo para ser víctima de bullying. Además, aquellos que viven violencia intrafamiliar son más proclives tanto a convertirse en víctimas como en victimarios: “Las causas del acosador son múltiples, no tiene que ser un niño particularmente malo el que se vaya a convertir en un acosador. Sí se relaciona mucho con experimentación de violencia en casa. Cuando los niños sufren maltrato infantil hay dos síntomas claros: los de internalización, que provocan depresión o ansiedad; o los de externalización, que son impulsividad y agresión, lo que da más probabilidades al menor de volverse un acosador”.
Para Sanz, es importante también tomar en cuenta los cambios de la adolescencia: “En la niñez los chicos populares son los que tienen mejores calificaciones, los más amables, los buena onda, pero cuando llegan a la pubertad hay cambios hormonales. También cambian los patrones de género. En nuestra sociedad la agresividad se considera un rasgo positivo. Los adolescentes se pueden volver acosadores para volverse populares y ser aceptados.
El niño acosador puede ser que tenga un entorno de violencia en su casa, que sea hiperactivo y presente trastornos de conducta, por otra parte puede tratarse de niños que llegan a la adolescencia y, si ser violento lo va a hacer más popular, lo hace para ser aceptado”.
En los hombres es más común que el acoso sea de tipo físico o el que tiene que ver con el robo o destrucción de bienes: “Pero en el caso de las mujeres la agresión puede ser mucho más tremenda, pero es pasivo-agresiva. En donde se pueden dar descalificación, inventar chismes, crear rumores, aislar a la persona. En las mujeres el acoso puede tener un impacto más fuerte. Las mujeres lo que tratan de hacer es aislar a la persona, humillarla, atacarla y desacreditarla. No es una agresión directa. Normalmente, el acoso escolar en las niñas es mucho más planeado. Más elaborado, más complicado. En el caso de los varones es más fácil agarrarse a alguien a golpes, que elaborar un chisme”.
El papel de los padres es muy importante tanto para prevenir como para atender el bullying. Es importante tratarlo con psicoterapia: “Es probable que el niño esté repitiendo algunos patrones que vive en casa, entonces puede ser difícil que el papá se dé cuenta.
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La psicoterapia familiar ayudaría a determinar ese tipo de patrones. Otra sería a través del entrenamiento de habilidades sociales y compasión. Cuando la persona se da cuenta de que el otro siente igual y sufre igual que tú, es más difícil lastimarlo”. En México, al menos, en tiempos recientes, se volteó a ver el problema y ya se ha incorporado el entrenamiento de habilidades sociales como parte de la currícula, pero los maestros no están capacitados para llevarlo a cabo: “En Europa y Estados Unidos hay programas de entrenamiento de habilidades sociales, incluso de mindfulness en las escuelas. Ahí se trabaja de manera importante en esto.
En México por lo menos ya empezaron a darse cuenta las autoridades que es importante incluir esto en la currícula, pero lo que falta es la capacitación de los maestros, el tropicalizar los programas, los que son exitosos para Estados Unidos no forzosamente van a servir para niños mexicanos. Hay que hacer investigación basada en evidencias e indiscutiblemente el entrenamiento en habilidades sociales debe formar parte de la currícula, desde el preescolar hasta la educación superior”.
Para Isabel Valadez Figueroa, profesora-investigadora del Departamento de Salud Pública del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), dijo que se minimiza la violencia escolar.
“Una de las actitudes que hemos evidenciado es la normalización y la minimización del acto de la violencia dentro de la escuela. El decir de los muchachos: ‘así nos llevamos’, el decir ‘esto puede pasar’. Hay estudios que muestran que la violencia desaparece conforme crece el individuo y eso no es cierto. No es cierto, se hace más sutil, se hace más compleja y se hace más elaborada”, manifestó
Las redes sociales
Para Araceli Sanz, no es que haya aumentado el acoso escolar con la llegada de las redes sociales, sino que ha cambiado cualitativamente. Antes, el niño que era víctima solo era agredido el tiempo que estaba en la escuela.
“Ahora ya se puede vivir las 24 horas del día. Se ha vuelto mucho más estresante porque el niño no descansa cuando llega a su casa, pueden seguirlo molestando, humillando, pueden hacer que se vuelva objeto de burla. El acoso escolar siempre ha existido pero las redes sociales le han concedido un carácter diferente. Las redes sociales han permitido la masificación o la extensión del abuso”, señaló.
De acuerdo a la OCDE México tiene las más altas incidencias de bullying en todos sus tipos, que se divide en acoso físico, psicológico y la destrucción de bienes. En los casos más graves puede haber acoso sexual y violaciones.
¿Qué hacer como padres ante acoso escolar o bullying?
Cuando los padres detectan que su hijo es agredido en la escuela es importante mantener la comunicación con él y hablar con las autoridades escolares. Si es un caso extremo convendría evaluar la posibilidad de cambiarlo de escuela. Hay que detectar qué características tiene el niño para que no vuelva a ser víctima de acoso. Es importante atender a las causas. Cualquiera puede ser víctima de acoso. Lo importante como papás es trabajar en el desarrollo de las habilidades sociales de los niños.
El acoso, que pasa a llamarse “ciberbullying” cuando se produce en el entorno de internet, constituye una “realidad incómoda” para todos los implicados (colegios, padres de los acosadores, padres de los acosados…), y sin embargo, cada vez se toma más en serio a medida que se conoce la magnitud del fenómeno, hasta el punto de convertirse en materia de interés institucional en muchos países del mundo por su alta prevalencia, dadas las graves consecuencias que tienen para el menor, así como por la dificultad de su detección inicial y de su abordaje posterior
SRN