Empecemos por donde termina: sobre el acotamiento de la autopista Cuernavaca-México, un mosquerío de fotógrafos busca la mejor foto de la caminata por la verdad, la justicia y la paz, a la que ha convocado el poeta Javier Sicilia, quien ahora está más flaco, fuma igual que siempre y usa un sombrero verde con la toquilla rota.
Antes, retrocediendo el tiempo y la dirección de nuestros movimientos, vemos a Sicilia estallando de dolor cuando se entera que tres mujeres y seis niños de la familia LeBaron han sido asesinados a sangre fría, así que, como lo hizo nueve años en contra de la estrategia de guerra de Felipe Calderón, convoca a una nueva caravana por la paz, cosa que al presidente Andrés Manuel López Obrador no le agrada del todo y manda a decir que él no puede recibir a las víctimas, que él no se presta a los shows.
Los simpatizantes del Presidente insultan a Sicilia y a LeBaron en redes sociales. De Sicilia dicen que se vendió a la oposición, que se quedó solo, sin organizaciones que lo arropen (algo de esto último es verdad, pues algunas de las ONG's que lo apoyaban son incondicionales del Presidente).
A LeBarón lo asocian con un demonio llamado Emiliano Salinas y sabe qué más. Con esa carga moral ha iniciado la caminata: con la idea de que atrás de todo hay una conspiración en contra del Presidente. Y si bien la presencia en la marcha del senador Emilio Álvarez Ícaza , de la diputada Lucía Riojas, de María Elena Morera o del perredista Héctor Bautista podría ayudarle al Presidente a consolidar la idea del compló, lo cierto es que en la caminata he ido conociendo a mujeres y hombres con historias interminables de horror.
"Sin verdad ni justicia, lo único que habrá es más infierno", dice Sicilia mientras camina por el acotamiento y yo me lo imagino como un Virgilio que, nueve años después de su primera caminata, viene de nuevo a mostrarnos el infierno.
A mostrarnos, por ejemplo, al profesor José Díaz Navarro, quien me cuenta que fundó el colectivo Siempre Vivos, en Chilapa, Guerrero, porque el 26 de noviembre de 2014 sus dos hermanos (Hugo y Alejandrino), su primo Vicente y dos compañeros de trabajo fueron secuestrados, torturados y decapitados por Los Ardillos, un grupo de hombres que se creen más hombres que todos los hombres juntos. No hay investigaciones y las cabezas de los cuatro asesinados siguen sin aparecer. De ese año a la fecha, el profesor ha documentado más de mil 500 homicidios y más de 500 desaparecidos en Chilapa.
Uno de esos desaparecidos es Rogelio Zapoteco Catalán. Concepción, su mujer, me cuenta que Rogelio salió a comprar herramientas y no volvió. Dicen que se lo llevaron dos hombres, pero nadie quiere ir a declarar, me dice Concepción, una mujer que envejeció de la noche a la mañana y apenas tiene 36 años. Hoy viene acompañada de su hijo, un chico al que se le trepó la diabetes despuesito de que su papá desapareciera.
Dejó a su hija en casa y está preocupada por ella: "Es que agarró el vicio", se queja. Al lado de Concepción viene Alejandra Hermenegildo. También es de Chilapa y a ella le desaparecieron a su hijo Bonifacio Ramírez.
Fue a vender tomate el 25 de diciembre de 2014 y no regresó. Quisiera que estuviera vivo, pero no se puede, me dice Alejandra, mientras sostiene una foto de su hijo. "¿Y por qué no se puede?", le insisto cuando un dron vuela sobre nuestras cabezas. "Porque nadie me ha dicho que está vivo".
No, esto no es show
Karla Emilia Pérez Ortega, desaparecida. Nepomuceno Moreno Núñez, le dispararon siete tiros. Mario Montiel, decapitado. Albino Quiroz Sandoval, desaparecido. Marazuba Teresa Gómez, desaparecida. Melchor El Vaquero Galáctico, arrestado por policías de Monterrey y desaparecido. Jesús Pineda Mejía, desaparecido. Jesús Romero Mújica, decapitado. Juan Hernández Manzanares, desaparecido. José Luis Vargas Salmerón, desparecido. Francisco y Erik Ocampo Torres, desaparecido. Eribaldo Nieves Marroquín, desaparecido. Óscar González, ídem. Juan Hernández Manzanares, ídem, ídem, ídem, ídem, basta.
"Las víctimas quieren ser escuchadas"
Los LeBaron llegan en buses desde Chihuahua, Sonora, Quintana Roo, Baja California, Arizona, California, Dakota, Denver y Minnesota, y Julián, el patriarca de la familia, me asegura que llegarán más de Utah, de Kansas City y Iowa, así que calcula que serán unos 150.
La marcha, me dice un colega, parece más bien la marcha de los LeBaron. Los amlovers te han dicho de todo, le digo a Julián, talla 42. Lo sé, pero no vale la pena responderles; sólo les digo que sí, que se acercó esa gente (Emiliano Salinas) y nos pidió grabar un documental y ya cuando vi cosas que no me gustaron, hasta ahí llegó la relación.
Teresa Carmona, una mujer de pelo blanco a quien le asesinaron a su hijo, ve que Álvarez Ícaza se le acerca y ella se escabulle. Nos traicionó, me dice sosteniendo el retrato de Joaquín, Yo estuve ahí cuando nos dijo que iba a ser senador por el PAN.
Un hombre que viene desde el DF trae una cartulina que dice US ARMY VS MEX CARTEL, pero los organizadores ya le dijeron que la esconda; dice que él sabe que es una locura, pero es la única salvación que nos queda y yo pienso que, además de facho, es un macho que se rige por el poderío testicular. Bien dijo Monsiváis que el nacionalismo está hecho a imagen y semejanza del impulso masculino de la construcción de una nación y del orgullo de pertenecer a una nación construida con violencia.
Elías Segura, otro chilango en la marcha, es un ex policía que se vino en bicicleta desde Lindavista. Él le ha mandado cinco cartas al Presidente donde le cuenta cómo Miguel Ángel Mancera y Héctor Serrano le inventaron delitos y lo metieron a la cárcel. También ha ido con Claudia Sheinbaum. ¿Y qué te han dicho? Pues son muy amables, la verdad, pero no solucionan nada.
Mañana la caminata llega a Ciudad de México. Y mañana, lo estoy pensando, puede que haya un performance donde los muertos se formen para hablar. Porque como me dijo Roselía Mejía cuando me disculpé por hacerla recordar la historia de su hijo Jesús Pineda: No te preocupes, las víctimas quieren ser escuchadas.
RLO