Una docena de camiones foreanos trasladaron, durante todo el día a la caravana migrante, que se instaló en el albergue temporal adaptado en el estadio Jesús Martínez "Palillo", en Iztacalco.
Su permanencia debe apegarse a un estricto protocolo de seguridad, en el que 116 efectivos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que hacen revisiones físicas y también de sus pertenencias para retirar armas como cuchillos, botellas de alcohol, y todo aquello que altere el orden público.
Luego se les otorgar el brazalete verde que garantizará su pase de permanencia en el albergue, dividido en tres casas de campaña de 20 por 60 metros cuadrados.
Aunque en esta ocasión son menos de la mitad de migrantes recibidos con respecto al mes de noviembre del año pasado (que ascendían a 8 mil), los 2 mil 500 a 3 mil migrantes se esperan que lleguen con mayor control.
Rosa Isela Rodríguez, secretaria de Gobierno capitalina, explicó que “no se puede fumar dentro del albergue, tampoco comer, para eso está la Secretaría de Marina con los horarios estrictos para que puedan hacerlo de manera cómoda y nutritiva, con muy buena comida".
“Tampoco se puede tener aparatos con alto volumen. No se pueden introducir armas, por supuesto, si se está haciendo esta revisión a fondo. Se han encontrado algunos cuchillos, material, botellas de alcohol, en fin, todo para tener una convivencia pacífica”, explicó Rodríguez.
“Los menús varían cada día, se van cambiando, pero la tradicional es huevo, salchicha, chorizo, atún, papa, arroz, pollo. Nada picante porque la experiencia del año pasado no les gustaba lo picante”, agregó Almudena Ocejo, secretaria de inclusión y bienestar social.
Los migrantes de Honduras, Guatemala, El Salvador en tanto encaminan sus pasos hacia Estados Unidos y se estima que pueden quedarse en el albergue un máximo de 10 días.
Aunque tienen la opción de acceder a programas de bienestar, inclusive, se instaló un módulo del Servicio Nacional de Empleo, con 80 mil vacantes, que podrían ser ocupadas por migrantes, inclusive, pueden viajar en el metro de la Ciudad de manera gratuita de Pantitlán y Tacubaya hacia hacia Ciudad Deportiva.
En el albergue temporal cuenta pipas para garantizar el abasto de agua para el aseo personal, además de ambulancias y una unidad de Médico en Tú Casa, en la que se atienden afecciones en vías respiratorias y se vacuna a la población contra la influenza. Además, se diseñó un área de diversión infantil.
Nashieli Ramírez, presidenta de la Comisión de Derechos humanos de la Ciudad de México, refirió que tienen la capacidad de atender hasta 3 mil personas y aclaró que no todas las que se ubican en la frontera sur del país, que son alrededor de 12 mil, se trasladarán a la Ciudad de México.
David León, coordinador nacional de Protección Civil detalló que “aproximadamente hemos recibido 11 mil migrantes en Suchiate, Ciudad Hidalgo, que han solicitado su tarjeta de visitante temporal por razones humanitarias. Esa tarjeta le permite a acceder a una CURP y con ello pedir empleo. La tarjeta también les permite transitar sin ninguna restricción por el territorio nacional”.
En el albergue muchas personas huyeron por la homofobia, por pandillas, por estar discapacitados o por pobreza.
Delmer León Almendariz, de 18 años, es de Honduras, aseguró que los maras y las pandillas “no aceptan a personas como nosotros, nos discriminan, nos hacen bullying y no las mandan a matar.
“En la casa en la que vivíamos tuvimos que salir corriendo porque entraron y nos amenazaron porque no querían ver ningún homosexual”, recordó.
Los maras, dijo, pretenden utilizar a la comunidad homosexual como mulas o vendedores de drogas. Negarse es una sentencia de muerte.
“Un amigo mío trans lo matarlo, lo violaron, lo apuñalaron y le cortaron el pelo. Lo dejaron desnudo, le cortaron sus pies, y sus manos, todo, su miembro, quedó irreconocible y todo porque era transexual”, contó.
Entre la caravana se encuentra José que quedó inválido por un accidente de motocicleta que sufrió hace 10 años y cuya silla de ruedas y protección se la da su amigo Gersón, de 23 años.
“Yo nada más vengo con mi amigo, él es como mi hermano, me ha ayudado, me ha curado. Yo quiero ir a Estados Unidos para tener una mejor vida en el sentido de la salud, en nuestro país está difícil”, declaró.
Su amigo Gersón Daniel López comentó que ayuda a empujar la de silla de ruedas por respeto.
“Ojalá pase él al norte, aunque uno no, ¿como lo vas a pasar? No importa, ya veremos, cargándolo. Siempre protegiéndolo porque en la caravana hemos tenido algunos problemas, se amontonaban y lo trataban de golpear y yo no los dejo. Los niños y las madres, mi amigo son primero, son vulnerables a los asaltos, a los golpes, a los intentos de robo”.
Por su parte Rosalinda Hernández, de Honduras, de 18 años, viene con su bebé de cuatro meses y acompaña a su esposo.
“Creo que mañana salimos de aquí rumbo a los Estados Unidos y esperamos que nos apoye Donald Trump. Y si no nos podemos quedar aquí en la Ciudad de México, vamos a pedir un refugio”.
EB