La Casita de los (26) Pequeños de Cuautepec Barrio Alto

Historias

La estancia ha sido respetada a pesar de que existen criminales que controlan hasta el transporte. Tampoco ha sido víctima de solicitud de pago de piso.

El programa tuvo una disminución presupuestal de 50% para 2019. (Blanca Valadez/Gráfico: Juan Carlos Fleicer)
Blanca Valadez
Cuautepec /

En "tierra de nadie", donde los homicidios se dejaron de contabilizar y predominan las reglas de la delincuencia, se encuentra la Estancia Infantil de Apoyo a Madres Trabajadoras La Casita de los Pequeños, donde educadoras diseñaron métodos didácticos para identificar el trato, a veces violento, que reciben algunos menores dentro de sus hogares localizados en Cuautepec Barrio Alto.

En esa demarcación, Alejandra Lobato fundó, hace 12 años, dicha estancia en la que recibe de lunes a viernes a 26 niños de madres o padres solos, de uno a tres años, que enfrentan diversas dificultades, como altos niveles de pobreza, de marginación, falta de servicios y de infraestructura en la alcaldía de Gustavo A. Madero.

"Existe un preescolar en la esquina, con una población de 520 niños, y otro en la parte de arriba que atiende a 350. No tenemos espacios recreativos ni educativos capaces de atender a niños de primera infancia y de preescolar, con actividades que respondan a sus necesidades", explicó Lobato.

En Cuautepec Barrio Alto, las familias viven, agregó, en situaciones de hacinamiento, pero dejar a sus hijos al cuidado de abuelas, tías, primos y hasta extraños no es una opción segura y poder trasladarse a sus empleos. Suelen invertir una hora y media de ida y el mismo tiempo de regreso.

Por ello, dijo, la estancia infantil resulta para algunas madres o padres la oportunidad de emplearse, ya sea de obreras o afanadoras del hogar, asimismo, de modificar conductas poco apropiadas de educar a un menor.

"Algunos padres no saben cómo cuidar a los niños. No es que no los amen. Los aman demasiado, pero a veces aplican correctivos como darles pellizcos, golpes, nalgadas, fuertes regaños. Son un estilo de crianza nada adecuada, por ejemplo, a veces se presentan los menores con quemaduras por exposición no intencional a explosiones de cuetes o llegan descalabrados, porque se les caen. Nosotros llevamos una bitácora de cada niño y, de ser necesario, llamamos hasta el médico", aseveró.

Lobato y su grupo de educadoras no solo otorga tres alimentos a los niños, sino que también, por la zona donde se encuentran, tratan de consolidar pilares para evitar se sumen con el tiempo a grupos de delincuencia o simplemente carezcan de aspiraciones de crecimiento.

"Los niños de repente nos expresan: "no me siento feliz con mi papá", "no me siento feliz con mi mamá", "yo no me quiero ir con mi abuela, porque me pellizca". Llegamos al fondo del asunto y se lo hacemos del conocimiento del padre de familia para que cambie su conducta".

Una de las actividades de expresión emocional consiste en crear un dibujo, del tamaño de la criatura, y sobre ella los niños van iluminando con sus dedos los sitios de su cuerpo donde manifiestan dolor, tristeza, frustración, temor, alegría.

Lionel coloreó su figura con rojo y negro. Su abuela determinó que debían deshacerse del perro por ser muchos en el hogar, pero el menor piensa que el animal se escapó y lo abandonó.

"Cree que su perrito se salió y se fue con sus amigos. Está muy triste y enojado porque estableció con su perrito un vínculo muy fuerte. Lo venían a dejar a la estancia. El perrito lo acompañaba cuando estaba triste, era su compañero, es hijo único. Cuando su abuela lo regañaba o le daba una nalgada, se abrazaba al animalito.

La estancia ha sido respetada a pesar de que existen criminales que controlan hasta el transporte. Tampoco ha sido víctima de solicitud de pago de piso. Sus pobladores, de cierta forma, reconocen la labor de las educadoras, incluso, los mismo padres se han solidarizado aportado despensas ante la falta de pago por parte de la ahora Secretaría de Bienestar por el servicio prestado por cada niño, 950 al mes como indica el programa.

"No tenemos el recurso con el que nos apoyaba el gobierno federal (24 mil 700 pesos mensuales), y ojalá las autoridades comprendan que estas estancias infantiles otorgan a los padres la oportunidad de trabajo y a los niños tener una alimentación y un cimiento de educación adecuada", aclaró.

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