Han pasado 15 meses desde el inicio de la pandemia, ahora con el paso al color verde del semáforo epidemiológico y con la autorización del aforo del 50 por ciento en los recintos religiosos, los párrocos de los tempos enfrentan con sentimientos encontrados esta ampliación.
Por un lado la alegría de reencontrarse con su comunidad parroquial y por otro lado el temor normal de algún posible contagio. Para Fray Luis Guzmán, párroco de la Iglesia de San Agustín ubicado en la exclusiva colonia Polanco “el miedo es que asista muchas personas y que no estemos preparados para cuidar la distancia en momentos donde tiene que ponerse de pie”.
Por increíble que parezca, los clérigos aseguran que con la pandemia, los fieles se han acercado más a la iglesia e incluso ahora son más participativos con las actividades religiosas como: rosarios, eucaristías y catecismo para preparar a los niños para recibir la primera comunión o ser confirmación y que son transmitidos por redes sociales o por reuniones virtuales, por lo que esas actividades están siendo analizadas para ver si se realizan de manera presencial o siguen a distancia.
Pese a la gran noticia de la apertura de aforo en los templos religiosos, estos lugares se encuentran en aprietos pues la infraestructura antigua no les permite ventilar adecuadamente los lugares o mantener el 50 por ciento de capacidad con sana distancia, por lo que se han visto en la necesidad de adecuar los lugares.
Gonzalo Rosas, el Párroco la Sagrada Familia ubicada en la colonia Roma Norte en la Ciudad de México, dijo en entrevista a MILENIO que se está analizando con el consejo parroquial, con el equipo de sacerdotes que modificaciones habrá que hacer, “porque todavía falta personas que vacunarse, estamos en ese proceso de ir encontrando lo mejor, la prioridad sigue siendo cuidar a la gente”.
Para el fraile Luis Guzmán , en la gran parroquia de San Agustín lo primero que se hizo fue adaptar más lugares, “es decir donde estaba canceladas las bancas, las tuvimos que libertar todas, pero separadas se tuvieron que separar para que se mantenga la sana distancia entre los fieles”. Que este primer domingo “abarrotaron” el recinto pues durante la misa de las 10 de la mañana al menos 200 personas asistieron con mascarillas y pasando por un filtro sanitario.
La Basílica de Guadalupe es el recinto mariano con mayor afluencia en el país y pese a que en el lugar llegan a caber hasta 10 mil fieles, por la pandemia siguen manteniendo el acceso a las homilías al solo el 30 por ciento. Sin embargo, los cientos de peregrinos que intentan entrar ponen en apuros a los guardias de seguridad quienes tienen que poner orden entre los católicos que a empujones buscan entrar a escuchar misa.
En la Villa de Guadalupe, los fieles que no alcanzan a entrar, en el atrio se colocan con sana distancia viendo hacia el altar a escuchar atentos la misa que es difundida por las bocinas que se encuentran en los accesos del templo guadalupano. Como Marcos Curiel, un señor de la tercera edad que vino de un poblado del estado de México montado en su bicicleta y acompañado por siente personas de su comunidad para agradecer a la Virgen un año más.
Cuenta, protegiéndose con un cubrebocas de tela y del sol con una gorra blanca, que tuvieron un camino accidentado pues las dos mujeres que los acompañaron cayeron de las bicicletas, una en las vías del tren y otra en una coladera, sin embargo la fe fue más grande.
- ¿Cómo se siente que los hayan pasar?-Muy bien, muy agradecidos con la virgen
-¿Qué le viene a agradecer?
-Beneficios que nos ha dado, que nos haya librado del covid, en mi pobre casa hubieron como siete casos y en todos nos cuido.
dmr