Como un acto de fe y con toda su esperanza puesta en una imagen a la que año con año celebran cada 28 de octubre, decenas de fieles se reunieron en el Templo de la Santa Veracruz, en el corazón de Toluca, para celebrar al patrón de los casos difíciles y desesperados: San Judas Tadeo.
Los colores amarillo y verde sobresalían en el atrio de esta iglesia; globos, flores, escapularios y rosarios adornaban las imágenes de este santo, que en los últimos años se ha ganado la veneración de cientos de jóvenes, quienes lo siguen como a un protector, como un motor para su esperanza y para su protección.
Los rezos se escuchan al interior de esta iglesia, mientras en las inmediaciones hay un desfile de imágenes de distintos tamaños, se regalan dulces e incluso comida, como una manda de quienes han recibido las gracias de “San Juditas”.
“Aquí estamos firmes y fieles a él”, dice Cristian, quien desde hace 7 años, acude a esta celebración, llevando a sus imágenes como una muestra de su fe.
Es sumamente milagroso
“Yo creo que un día de cada año no es mucho para él, tenemos mucho que agradecerle, todas sus bendiciones”, aseguró.
Desde la colonia Nueva Oxtotitlán, en Toluca, Cristian asiste cada 28 de octubre a renovar su promesa; pero sobre todo a agradecer por todas las bendiciones, ya que asegura, “San Juditas” es sumamente milagroso.
El sonar de los cohetes se da como un eco de la celebración, también hay mariachi, como una antesala de la fiesta que se dará en muchos de los hogares de fieles católicos que veneran a este santo.
Herencia familiar
Para Mari, quien desde hace tres años tiene una imagen que recibió de su madre, la devoción a este santo prácticamente es una herencia, pues muchos de quienes celebran esta fiesta, lo aprendieron de sus padres o abuelos que eran fieles a San Judas Tadeo.
Mari, asegura que en San Judas Tadeo ha encontrado el consuelo y también la esperanza, a él le cuenta sus preocupaciones y le pide consejos, además de su cuidado y protección.
Esta fiesta no tiene edad, pues lo mismo se acercan personas jóvenes, que niños o personas adultas mayores, gustosas se acercan, se persignan y dan gracias. Algunos se arrodillan ante las imágenes de gran tamaño, le besan los pies, otros más dejan una oración como ofrenda y siguen con su caminar, pues afuera de este atrio la vida sigue.
PNMO