La necesidad los llevó a delinquir sin pensar en las consecuencias... hoy en día, muchos de ellos se arrepienten y quisieran cambiar el pasado, pues saben que no van a poder estar junto a su familia en la cena de Nochebuena.
Pese a esto, el ánimo no decae en personas privadas de la libertad recluidas en el Centro de Reinserción Social Norte 1, que durante los días previo a la Navidad tuvieron posada y convivencia con sus seres queridos.
“Es mi primera Navidad que no voy a estar con mi familia, sí me siento triste, pero a la vez contento, más que nada aquí nos vemos como una familia. Todos nos apoyamos y estamos el uno para el otro, nos tratamos bien para pasar estas fechas”, afirmó Israel, un joven de 23 años.
Al interior del Cereso, el área de visitas familiares parecía un parque recreativo. La música amenizaba, la parrilla chillaba con carne y pollo asado, además de vocecitas sonrientes y alegres... eran niñas y niños felices que volvían a ver a su papá.
A la familia se le extraña siempre, pero en las fechas decembrinas aún más, coincidieron las personas privadas de la libertad.
“La verdad, te confieso que lloraba todos los días antes, más cuando sabía que era Navidad y extrañaba a mi familia y a mi hijo Christopher, espero pronto verlos. Ellos no pueden venir a visitarme, o eso creo, a lo mejor ya se olvidaron de mí”, agregó José, de 42 años.
En vísperas de la Navidad, los reos hicieron sus respectivos trajes y se caracterizaron de duendes, ya que además de la visita familiar, los grupos religiosos y asociaciones civiles visitan los centros penitenciarios de Nuevo León para hacer posadas.
nrm