Con alfeñiques, celebran Día de Muertos en Huaquechula

Desde hace medio siglo, Doña María Margarita Sarmiento Dolores produce estos dulces para honrar a los difuntos.

Estos dulces se realizan de manera artesanal en un recipiente de cobre donde la leche, el azúcar y las pepitas de calabaza hierven hasta espesar. (And
Rafael González
Puebla /

Declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el 2003 y Patrimonio Cultural del Estado por decreto del gobierno poblano, publicado en el periódico Oficial el miércoles 6 de agosto de 1997, los altares, ofrendas y conmemoración de Día de Muertos de Huaquechula destacan además de su gran tamaño, por la presencia de los “lloroncitos”, figuras de cerámica que representan a los deudos; y los “alfeñiques”, animalitos o canastillas rellenas con flores fabricados de azúcar.

Desde hace medio siglo, Doña María Margarita Sarmiento Dolores produce estos dulces para honrar a los difuntos, así como para el deleite de la vista y el paladar.

“Aprendí con mi abuelita materna y hasta esta fecha elaboro algunos alfeñiques”.

Informa que en promedio hace de 500 a mil alfeñiques. “No hago muchos porque solo son de tradición. Son tradicionales digamos de cada año. Cada año se hacen para las ofrendas, quien gusta comprarlos los compra”.

En el mercado coloca las figuras pequeñas en cinco pesos. “La paloma la doy en cinco pesos. Hay canastitas, borreguitos que valen de diez hasta cien pesos o hasta 150 pesos los más grandes”.

Aunque le solicitan de todos precios y tamaños, considera que en su caso los de mayor demanda son los medianos. “De chico a mediano, grandes solo mandados a hacer”.

Aclara que solo produce las figuras tradicionales de Todos Santos y que nunca le han efectuado una petición especial de algún otro modelo.

En su catálogo no están los “llorones” porque estos se hacen de barro o yeso, materiales que dejó de emplear desde hace un tiempo, pero ella se especializó en hacer candeleros.

“Con la familia ya no me dedique (más) a ese trabajo. Antes sí, de soltera. Aquí en la casa lo hice como dos veces y de ahí, mis hijos fueron aprendiendo del barro, a ocupar el barro”.

Estos dulces se realizan de manera artesanal en un recipiente de cobre donde la leche, el azúcar y las pepitas de calabaza hierven hasta espesar. De ahí se vacía la pasta en un molde hasta que cuaje. Cuando esta frío y maleable, es cuando se pueden realizar toda clase de figuritas, salidas de la imaginación de los reposteros o al gusto del cliente: calaveritas, canastitas, flores, frutas, aves e incluso objetos religiosos con mucho realismo.

Indica que durante la realización de la “Plaza Grande”, que es el 31 de octubre, en el centro del municipio, se lleva a cabo el trueque con la gente que arriba de los pueblos y localidades aledañas. Es ahí donde logra colocar el mayor porcentaje de su producción.

“Salen con sus puestos desde tempranito. Ahí sacan sus dulces y todo, y la gente compra. Hay veces que se acaba. Hay veces que son las cinco de la tarde y ya no hay nada y hay veces que sobra para otro día”.



ARP

LAS MÁS VISTAS