Con el propósito de crear conciencia respecto al uso de cubrebocas, el artesano de Chignahuapan, Carlos Alfredo Cruz Ramírez, fabrica una esfera alusiva al covid-19: “Con tanto dicho del coronavirus, se me ocurrió la idea de hacer una esfera para que la gente se dé cuenta de qué está pasando”.
En entrevista con MILENIO Puebla, expresó que además de que sus obras llaman la atención, también se la compran. “Cuando la ven y les explico de qué se trata y de inmediato se ponen el cubrebocas”.
Contó que desde los 12 años de edad se dedica a esta artesanía, sello distintivo del municipio: “Me enseñó mi papá. Mi papá fue alumno de Rafael Méndez Núñez, el que trajo la esfera a Chignahuapan”.
Relató que, como él, sus hermanos también se dedican a la producción de esfera, “solo que en Guadalajara”, solo que ellos también efectúan bolos y recuerdos.
Aseguró que en la región es el único, hasta el momento, que realiza el adorno navideño en alusión al SARS-CoV-2. “Creo que sí porque no he visto en otro lado este tipo de esfera”.
Indicó que dedica de 10 a 15 minutos para hacer la esfera y armar sus puntas, “soldarlas”, mismo tiempo que requiere para su proceso de pintado, es decir, hasta 30 minutos.
El hombre, quien ha dedicado sus últimos 18 años de vida a esta labor, dijo que en promedio vende de dos a tres piezas diarias: “Les llama la atención por la forma”.
Añadió que no las vende por caja, “solo por pieza”, por lo que su valor unitario es de 50 pesos y su tamaño es el número seis, aproximadamente, el mediano entre las esferas.
Por otra parte, mencionó que los jóvenes son quienes más adquieren estas piezas, “les causa gracia, pero a la vez, al ver la figura, se acuerdan de ponerse el cubrebocas, por así decirlo”. Por lo anterior, insistió que su principal propósito fue crear consciencia de la prevención.
El artesano aseguró que cada pieza es única, ya que las hace al momento; no obstante, los tonos rojo y verde son los más solicitados.
Respecto a los materiales que emplea, señaló que se trata de vidrio, laca y anilina. Actualmente labora en el corredor turístico Azomalli y Mitxine “y quienes deseen un trabajo de forma particular me pueden localizar a través de mis redes sociales: Carpisart”.
Una historia que inició en los 70 en el Pueblo Mágico
Hasta antes de la década de los 70 del siglo pasado, el municipio de Chignahuapan se dedicaba a las actividades agrícolas, principalmente al cultivo de maíz, cereales, habas y chile.
Rafael Méndez Muñoz, michoacano de nacimiento pero poblano por adopción, inauguró la “Casa Méndez”, el primer taller de soplado de vidrio hacia 1970, con apenas unos cuantos empleados.
Sin embargo, el taller poco a poco se convirtió en el primer esferero del ahora llamado Pueblo Mágico, actividad que se convirtió en la principal industria local.
La fabricación de esferas consiste en el calentado de un tubo de vidrio neutro con la ayuda de un soplete. Al alcanzar el punto de maleabilidad necesaria, el artesano con sus manos y el soplado de su boca le da forma a la esfera, y con el mismo método le añade los decorados que esa pieza portará.
Después sigue el metalizado o plateado, el pintado o matizado, para luego decorar, cortar, encasquillar y, finalmente, empacar cada pieza.
En la actualidad, se estima en la localidad la presencia de 200 talleres familiares que producen casi 70 millones de esferas por año. Además, se calcula que al menos el 20 por ciento de los más de 50 mil habitantes del municipio están involucrados en esta actividad.
AFM