El caminito de la escuela simplemente desapareció, sin libros bajo el brazo... la mochila ni falta hizo.
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La recámara principal y la sala de la casa se han transformado en dos salones de clases: uno para la alumna de sexto de primaria, y otro para su hermano que ingresó al primer semestre de preparatoria, con ladridos del perro de fondo y olor a un suculento desayuno.
Ya no fue necesario ir a la primaria Oziel Hinojosa, conocida como la “Anexa” a la Normal, ubicada sobre la avenida Constitución, tampoco a la calle Álamos, en la colonia Villa Florida donde se establece la prepa 15 de la UANL. Ambas lucen sin vida por el confinamiento absoluto ante el covid-19.
Hacer la tradicional fila, tomar distancia o escuchar el Himno Nacional parecen cosas del pasado.
Ya no fue necesario ir a ningún lado para llegar al salón: es bañarse, vestirse, bajar las escaleras o subirlas y sentarse en uno de los cuartos y en la sala.
Sin dar un paso fuera de casa, ahí está una de las aulas sobre la mesa del comedor, todos en una tablet comprimidos: 41 estudiantes, Armando Stephan y su maestra de preparatoria tomando el curso propedéutico.
Eso sí, hay que ser puntual, las inéditas ciber clases inician a las 07:00 horas, aunque tiene que estar despierto desde 45 minutos antes.
La asistencia es fundamental para la calificación y no se salvan de las infalibles e ineludibles tareas, obligatorias.
Cambio de hábitos. Ya no hay necesidad de pedirle permiso a la maestra para ir al baño, sólo se paran de la silla.
La peque de primaria se la pasa aburrida viendo las clases por el canal 7 de TV Azteca, donde transmiten videos de ejercicios, de activación física, series para niños y conocimientos diversos. No parecen clases.
Las interrupciones están a la orden del día: el ruido, la música del vecino, el olor a comida, así toman las clases los alumnos de hoy en este inusual regreso a clases en tiempos de pandemia.