Son las 8 de la noche del domingo. Está terminando mi segundo día de aislamiento social, el primero completo. Uno de los 53 casos de coronavirus Covid -19 confirmados en México es nuestro pariente cercano y, por recomendaciones de expertos y las autoridades de Salud, Laura y yo estamos encerrados hasta nuevo aviso.
Además de limpiar todas las superficies del departamento con cloro y hacer un enorme pedido en línea al supermercado, en casa lo primero que tuvimos que resolver fue qué iba a pasar con Patata, nuestra mascota.
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Si nosotros no podemos salir no hay nadie que la pasee ni la lleve al parque un par de horas para que descargue la energía jugando en lugar de mordiendo sillones y paredes. Mi padre vino por ella y la llevó a su casa, donde por estos días podrá probar sillones y paredes de distintos sabores y texturas a los que está acostumbrada.
Esta es una lista incompleta de lo que hemos hecho hasta ahora para entretenernos: Vimos una temporada completa de la serie Kingdom, tomamos cerveza y bailamos viendo la transmisión en línea del Vive Latino; lavamos toda la ropa sucia y pedimos galletas por internet; escogimos un rompecabezas, pero no lo empezamos; desempolvamos libros y leímos algunos pasajes en voz alta; hablamos por teléfono con otros parientes que están enclaustrados; descargamos una versión virtual de un juego de mesa; planeamos una rutina de ejercicio para la semana y terminamos aplastados en el sillón, tomando más cerveza y viendo la tele. Vamos, que la novedad de estar encerrado se pasa muy rápido.
He leído mucho en estos días que el aislamiento social no es más que una forma de ganar tiempo al virus. Cancelar eventos públicos, sacar a los niños de los colegios y permitir que la gente trabaje a distancia sirve para lograr algo que los expertos llaman aplanar la curva de la pandemia.
La idea es retrasar la propagación del virus para que no haya un aumento repentino en el número de personas enfermas al mismo tiempo y que no se necesiten de urgencia más camas y ventiladores de los que nuestro de por si ineficiente sistema de salud tiene.
Así que aquí estamos. Haciendo nuestra parte desde este departamento de un cuarto. Esperando no mostrar síntomas en los próximos días y con muchas ganas de haber sobre reaccionado. Durante la semana haré lo posible por trabajar de forma normal desde el comedor. Entiendo que la única prueba del éxito de estas medidas es que parezca que exageramos y creo que la situación amerita que todos estemos dispuestos a parecer un poco fanáticos.
Quizá mañana empecemos el rompecabezas. Es un acercamiento de La creación de Adán, tomado del techo de la Capilla Sixtina en Roma. En estos tiempos preocupantes cada vez que veo la caja me dan ganas de decirle a Dios y a Adán que no estén tan cerca. Piensen en los demás.
Texto de Ricardo López Cordero
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