Alexa hace un recuento de su vida, se toca la cara y como si pensara en voz alta dice de golpe: “creo que me he pasado el 70 por ciento de mi vida llorando”.
No disfruta sus éxitos, siempre piensa que todo saldrá mal; ella fue diagnosticada con depresión desde los 18 años y ha pensando en suicidarse varias veces abrumada por lo que siente.
Reconoce que nunca pudo encajar en algún círculo de las escuelas en donde estudió. Siempre fue a escuelas particulares; su mamá era profesora, y dice que la primera vez que se sintió deprimida fue a los 9 años, cuando nació su hermana menor.
Nunca tuvo una buena relación con su madre, no creció conviviendo con su padre y admite que tiene muy baja autoestima.
Se casó y embarazó a los 18 años, tuvo “cuatitas”, pero una de ellas murió a los pocos meses, y ahí vivió la primera depresión que la incapacitó, pues lloraba la mayor parte del día, no quería levantarse, no dormía, no salía, no quería comer, no quería nada.
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Ahí por primera vez pensó en quitarse la vida; fue su mamá la que decidió llevarla a atención médica. Ahí le recomendaron ir al psiquiatra y al psicólogo, pues el diagnóstico fue depresión severa.
“Te sientes tan mal que incluso estás en la parada del autobús y piensas en lanzarte para que te atropelle, me detuvo el pensar en mi otra hija”, dice mientras mira el techo, esa fue la primera vez que la medicaron, pudo recuperar el sueño y mejoró su condición clínica.
Tuvo un mal matrimonio y se separó, con el tiempo dejó las pastillas y la terapia, y tuvo varios episodios depresivos, sin embargo fue hasta que su hija creció y se fue a estudiar fuera lo que detonó una segunda depresión severa.
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