En el estado de Tlaxcala, la desbordante imaginación de su gente permitió la creación de historias fantásticas que hoy forman parte de su rica tradición cultural y cuya difusión se ha venido dando de generación en generación básicamente de forma oral.
Entre los muchos relatos que existen en esa entidad, que se localiza en el centro de México, destaca la Leyenda del Charro Negro, la cual, por cierto, tiene dos versiones y en cada una la sitúan en dos poblaciones diferentes.
La primera transcurre en el municipio de Huamantla, donde se dice que hace muchos años, cuando las calles y avenidas eran todavía de terracería, en la calle que ahora se conoce como Zaragoza Poniente, entre las avenidas Reforma y Juárez, se aparecía el 'Charro Negro', lo que provocaba gran temor entre los pobladores ya que se aseguraba que aquellos que lo veían quedaban hechizados y bajo un conjuro que los hacía que al llegar a su casa, con cualquier arma punzo cortante, se quitaran la vida, por ello el miedo que le tenían a este personaje era inmenso.
Los viejos de la localidad cuentan que la noche de un miércoles de lluvia, a un hombre se le hizo tarde porque fue a dejar a su novia, que vivía en el barrio de San Sebastián.
Indican que tras cumplir dicha tarea tenía que cruzar la ciudad para poder regresar a su domicilio.
Aseguran que eran alrededor de las ocho de la noche, cuando iba caminando aprisa sobre la calle Zaragoza, la cual entonces carecía de alumbrado público. Justo ahí recordó el rumor de que se aparecía el charro negro, lo que le hizo apresurar el paso, siendo entonces que sintió la presencia de alguien lo venía siguiendo.
Al voltear cuál fue su sorpresa que observó a un sujeto muy alto y vestido de negro, con un sombrero, del cual supuso que era el charro negro. Tanto fue su temor que sin volver a girar la vista empezó a correr.
Mencionan que en la esquina de las calles Zaragoza y Reforma nuevamente volteó, descubriendo que el charro negro estaba junto a él. Por la obscuridad no pudo verle la cara, pero sintió un escalofrió tremendo, que lo dejó paralizado, especialmente por la mirada que no le quitaba el charro.
Tras unos minutos, emprendió su trayecto y al llegar a su domicilio, solo alcanzó a narrar que vio al charro negro. Eso originó que su madre de inmediato lo limpiara con cigarros y hierbas, tras lo cual se quedó dormido en su cama.
Sus familiares hicieron lo propio. Al amanecer, su madre lo fue a ver encontrándose que carecía de signos vitales pues con un cuchillo se había cortado el cuello.
A partir de ahí, el vulgo empezó a pregonar que el charro negro lo hechizó para que se quitara la vida.
La otra versión se ubica en el municipio de San Pablo del Monte, donde ese personaje es descrito con facciones finas, sumamente amable y que siempre porta un traje negro, conformado por botas, pantalón, saco y sombrero. Además de que ahí monta a caballo, azabache de piel, tan negra como la misma noche.
Los pobladores dicen que solo se acerca a personas, en mayoría mujeres, cuando se encuentran deambulando por las calles durante la noche.
Expresan que el charro negro siempre se acerca afable y cortés, tratando de entablar una plática. Añaden que en muchas ocasiones solo suele acompañar a las personas en su trayecto, pero aclaran que si se llegan encontrar con una iglesia, el charro negro se despedirá de la misma forma que se presentó desapareciendo de inmediato.
Marcan que si son mujeres a las que acompaña, las invita a subirse a su corcel. Si estas aceptan, el caballo comenzará a correr hasta el punto de desaparecer, llevándoselas consigo.
De igual forma, las personas de mayor edad comentan que este enigmático personaje se acerca a las personas a altas horas de la noche para ofrecerles una gran cantidad de monedas de oro a cambio de su alma o la de otra persona.
AFM