Defiendo causas perdidas porque no me gusta ir en cardumen: Carlos Marín

Entrevista

Ama la cultura rusa, le gusta hacerle al abogado del diablo y le apasiona la música, del reguetón al jazz; eso sí, no cede a confesar su voto del 1 de julio: “¡Ni madres que te voy a decir!”.

Disfruta del tequila, güisqui y ron; reconoce que es más fácil citar a alguien en un Sanborns para tomar una malteada que en un bar. (Jesús Quintanar)
Ciudad de México /

Grandes cuadros adornan la casa de Carlos Marín (Puebla, 1947), incluido un retrato que le pintó su amigo Jaime Almeida (1949-2015); en el estudio no hay lugar para un libro más, pero sobresale Los sueños de mi padre (1995), que le firmó y dedicó el autor, Barack Obama. Su pasión por la música está a la vista: tiene una Wurlitzer original y otra rocola armada donde conecta sus dos iPods con canciones suficientes para 14 días. Al lado un saxofón y un piano. Pero lo suyo lo suyo, por más de 50 años, ha sido el periodismo.

¿Su libro favorito? No será Manual de periodismo, ¿o sí?

No tengo un libro de preferencia, aunque el 

Manual de periodismo 

es el quinto evangelio.

¿Le va a entrar a las redes sociales?

No. Nunca. Estuve a punto de entrarle cuando algunos compañeros y amigos de MILENIO me dijeron que con el chateo de Kate del Castillo con El Chapo y con la discusión que tuve con Enrique Peña Nieto hubo millones de visitas al portal y me animaban a que ya le entrara, pero una persona inteligente me hizo notar una cosa, me dijo: “Tú, para como eres... en las redes sociales el que se enoja pierde”. Con eso decidí, remarqué y remaché que nunca voy a estar en eso.

¿Entrevistará en El asalto a Kate?

Me daría gusto, pero sí sé que se ofendió cuando dije que haber propuesto que El Chapo fuera un traficante del amor y resolviera los problemas de México era un tontería, y su padre Eric del Castillo dijo que me iba a romper la madre. La verdad, Kate se apendejó con aquello, lo sigo pensando, entonces dudo que me dé una entrevista.

¿A quién le divierte más regañar? ¿A Peña o a Roberto López?

N’ombre, no me divierte nada. De lo que sí estoy convencido es de que lo de Peña no fue una entrevista, fue una discusión, pero tanto él como yo nos dimos cuenta cómo estuvo hasta que la vimos; ahora a los dos nos gana la risa.

¿Ya nos dirá por quién votó?

Fíjate que sí, te voy a decir: ¡qué chingados te importa! Es un acto íntimo, personal, es como la fe, ¡ni madres que te voy a decir!

¿Cuál es su gusto musical culposo?

Ninguno, hasta presumo que bailo rap y reguetón, me gustan algunas de reguetón, rancheras, boleros, napolitanas, ópera, rock, lo que quieras de rumba y jazz.

¿Trago preferido?

Me gusta el tequila, el güisqui en las rocas, un buen ron de caña, pero no tomo mucho, es más fácil que cite a alguien en un Sanborns para tomar una malteada que en un bar.

¿Se debe confiar en alguien que no bebe?

Quien diga eso es sumamente pendejo, es una idiotez. Cuando comencé a reportear en el 69 todavía se decía que había que desconfiar de los periodistas que no tomaran, eso es una patraña.

¿Por qué siempre la quiere hacer de abogado del diablo?

No me gusta ir adonde van todos, los tumultos se comportan como cardúmenes y a veces se ven en apuros muy fuertes, que azuzados por cualquier idiota cometen atrocidades. Quizá eso tiene que ver con que me fijo en cosas a las que pocos prestan atención, gracias a eso tengo convencimientos que puedo argumentar como la honradez de René Bejarano; al mismo tiempo, a personajes que parecen impresentables, como Gerardo Fernández Noroña, les encuentro su chiste. Entonces sí ando ocupándome de causas perdidas.

¿De qué publicación se enorgullece o arrepiente?

Arrepentirme, de ninguna. De enorgullecerme tengo varias, de hecho me están pidiendo desde hace meses material para dos o tres libros con trabajos míos.

¿Está obsesionado con la cultura rusa? ¿Es usted Marinsky o Carlóvich o cómo?

Tengo amigos judíos y algunos me dicen “paisano”, porque dicen que soy Marinsky y has de saber que el palacio real de la época zarista en Kiev, Ucrania, ahí durmió Vicente Fox, en el palacio Mariyinsky. La literatura rusa es una de las más importantes, no podría entender que a estas alturas desconociera cuentos de Chéjov, Dostoievski o Pushkin.

¿Películas favoritas?

Hay varias, algunas basadas en libros, por ejemplo El PadrinoEl país de las sombras largasEl Exorcista, a partir de un libro que empecé y no lo pude soltar hasta que vi muerto al diablo, no quería ni levantarme al baño, pero películas que te dan hasta coartadas existenciales: Muerte en VeneciaEl tambor de hojalataÉrase una vez en América, las de Mastroianni, las del 007… el que no vea al 007 debe ser gente muy rara, del 007 hay que ver todas, tengo todas, todas.

¿Cuántas versiones tiene de “As times goes by”, de la película Casablanca?

Quizás 30, también de “La vida en rosa”; de “As times goes by” tengo la versión original grabada de la película.

¿Qué está leyendo?

Porfirio Díaz: su vida y su tiempo II. La ambición (1867-1884), de Carlos Tello.

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