El señor Pedro es especialista en soldadura, en su casa le preparan lonche pero no es para trabajar porque en este momento está desempleado, es para formar parte de los más de 200 trabajadores que se reúnen diariamente afuera de los patios de COMMSA en espera de una oportunidad laboral.
- Te recomendamos Fueron dos años de no pago por parte de Pemex los que provocaron cierre de Dragados Offshore Negocios
Sentado en una piedra, a unos metros de la entrada de la empresa que se dedica a la construcción y mantenimiento de plataformas ubicada en Árbol Grande, en Ciudad Madero, el padre de familia espera desde las ocho de la mañana. “Ya van a ser las dos (de la tarde), ya mero sale el que nos contrata, a veces sale hasta las 4”.
Algunos obreros esperan cerca de la puerta principal, otros bajo un pequeño techo de madera y lámina, mientras algunos obreros están cerca de la vía del tren, alejados de todos los demás.
David Miranda tiene 59 años y es soldador especialista, asegura que llegó desde las 7 de la mañana ya que le urge un empleo, porque “cerraron los patios de Dragados Offshore en Altamira y se perdieron muchos trabajos”, así que tienen que buscar las oportunidades porque su familia aún depende de él.
Mientras esperan, desde una bocina se escucha la voz de una mujer que da un mensaje a “los aspirantes a ser contratados” para que mientras esperan afuera de COMMSA guarden la sana distancia, incluso les enfatizan, tenemos cámaras con las cuales se puede ver si cumplen o no con las recomendaciones sanitarias.
“Soy soldador especialista, es el primer día que vengo aquí, pero ahorita están cerrados todos los patios, no hay trabajo de esto”, enfatizó el ciudadano, así que la esperanza es mantener la guardia hasta que tengan suerte y los contraten.
“Aquí algunos tienen dos, tres o cuatro semanas, la gente viene a ver si hay alguna oportunidad”, expone sentado un trabajador, mientras no deja de observar la reja principal esperando a que salga “el que contrata”.
Los obreros esperan ser contratados, pero su espera representa una oportunidad laboral para otras personas, como a la señora que llega para vender tacos y cuyos principales clientes son los especialistas en soldadura, los tuberos y paileros.
Javier Martínez González, desde la calle y un poco alejado del resto de los aspirantes, asegura que no les queda más que “esperar una contratación, ya que el patio de Altamira lo cerraron porque se quedaron sin lana estos mugrosos (refiriéndose a los españoles dueños de Dragados Offshore)”.
Aunque la esperanza es lo único que muere, el señor Javier, con su cubrebocas hecho de tela de algodón y hasta un poco mal puesto, señala que “hay que darle estudio a los hijos, para que no anden como yo”.