"Prefiero la oficina que mi casa": el dilema de volver al trabajo ante el covid-19

Con nuevos lugares para comer, nuevas rutinas y medidas de higiene, el regreso a las oficinas fue, para muchos, un alivio.

Las oficinas recibieron a cientos de personas luego de un largo año de pandemia | Omar Franco
Editorial Milenio
Ciudad de México /

Entonces regresas a tu oficina después de medio año y tu primera sensación es muy contradictoria. Por un lado, te entristece saber que de las más de cien personas que trabajaban en esa empresa de marketing, ahora apenas son veinte los empleados. Te duele, también, que hayan cerrado las oficinas que tenían en la colonia Del Valle y en el barrio de La Florida, y que ahora debas moverte hasta Vallejo. Por el otro lado, volver al trabajo te pone contenta. “Porque aunque haya poco, me da ánimo para pensar en un futuro mejor”, le escribes al reportero por Facebook, que fue por donde te contactó.

Como la mayoría de la gente, tuviste que reinventarte durante la pandemia. Porque producir eventos, rentar stands o crear campañas publicitarias, la columna vertebral de tu negocio, fueron de las actividades que se paralizaron por completo. “Uno de los aprendizajes de la pandemia ha sido no tener todos los huevos en la misma canasta”, escribes. “Para sobrevivir, mi socio y yo lanzamos productos de higiene (tapabocas, guantes, gel, mascarillas)”.

Eres norteña y, en algún momento, pasó por tu mente regresar a Tijuana, en donde la familia te habría ayudado. Pero eres la directora comercial y, antes de la pandemia, te nombraron socia por tu estupendo desempeño. “Pensé que sería tirar a la basura todo el esfuerzo; además, tengo un compromiso con mi trabajo”.

Todo, pese a que te hayas gastado los ahorros y pese a que hayas sorteado varias crisis de ansiedad, ya sea por no frecuentar a tu familia, ya sea por enterarte de que alguien de la empresa se contagia o que atraviesa situaciones complicadas por el covid-19.

“Todo mundo hemos bajado nuestros costos porque no hay dinero. Yo espero que se reactive la economía porque ya no podemos cobrar tan barato”, le escribes al reportero, antes de que él se despida y camine sobre la calle de Génova, en la entraña de la Zona Rosa, para platicar con la señora Paty, una adulta mayor que vende jugos y fruta.

“Hoy me levanté a las 04:00 horas con mucha fe, pensando en que vendería más por eso del regreso de la gente a las oficinas. Pero ya mero va a hacer hora de que nos quite la policía (10:30 am), y apenas he vendido tres jugos y dos cereales”, se queja la señora Paty, quien vive hasta San Juanico.

¿Y qué hace con la comida que le sobra?

—Me la llevo y la paso a vender al mercado. La regalaría, como hacía antes, pero ahorita está fea la situación.

Situación que Mario, un vendedor de pan y café, uno que tiene su triciclo estacionado frente al puesto de la señora Paty, también pronosticó que mejoraría ahora que el gobierno de Ciudad de México ha permitido que regresen a trabajar en oficinas entre 200 mil y 500 mil personas. “Se ha visto más gente, más movimiento, pero la gente no trae dinero”, se queja.

Poco a poco irá mejorando...

—Más bien irá empeorando. Se lo digo porque el gobierno está dejando salir a la gente nomás porque se vienen las elecciones y quiere que uno se sienta seguro. Pero apenas votemos, se vendrá el desmadre del contagio.

Algo parecido piensa Gabriel, un agente de ventas que hoy se ha reencontrado con algunos de sus compañeros de trabajo en las oficinas que su empresa de seguridad renta en Lomas Virreyes. “Todo es político porque, si fuera por salud, no deberían abrir las oficinas”, dice mientras se empuja el guisado que trajo de casa. Gabriel está comiendo en el Parque de la Luz, parque que él conoce como el Parque de los Godínez, ubicado en la segunda sección de Chapultepec. “Solíamos comer en la oficina, pero como la nueva regla es no quitarse el cubrebocas, nos venimos para acá a godinear”.

A unos kilómetros de Gabriel, en la calle de Campeche número 335, en la Condesa, existe una fonda llamada Cocina Godínez. Irene, la dueña, también había estado esperando este lunes 26 de abril de 2021. “La verdad sí me preparé para recibir a más gente, pero fue alta mi expectativa y estuvo muy tranquilo, espero que sea porque es fin de quincena”.

Si Irene ha sorteado la pandemia ha sido porque su clientela se reconvirtió: “Ahora los Godínez son los que trabajan en sus casas, aquí en la Condesa, y que no les da la vida para cocinar o para pagar una comida más cara. Con ese nuevo target nos metimos a Uber, a Didi y así hemos sobrevivido”.

Diana, una de sus clientas, vive por los rumbos de Azcapotzalco y se siente aliviada de haber vuelto a la oficina. “Ya no soportaba mi casa: mis hermanos creen que soy su sirvienta”, dice y enseguida te remarca: “Prefiero la oficina y el transporte público, que estar en mi casa”.

Diana extraña a la Cocina Godínez pero no cree que todos los días pueda pagar el menú de 85 pesos. “Voy a tener que buscar una comida corrida más barata, algo de 50 o 60 pesos”.

En la calle de Río Sena, colonia Cuauhtémoc, en el puesto de los tacos de pastor, Jorge ha encontrado ese lugar más barato: “Yo era de restaurante, pero como en la oficina nos redujeron el sueldo, ahora son tiempos de tacos”.

¿Asustado por el contagio?

—Machín. Hoy en el Metro veníamos bien apretados.

Apretados como estaban en la fonda La Herradura, en la calle de Orizaba, donde el menú no rebasaba los 60 pesos.

​FS

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