En el estado de Puebla, más de 498 mil mujeres, es decir, 15 por ciento del total, tienen una edad que oscila entre los 10 y los 19 años, periodo de vida en el que un embarazo profundiza las desigualdades y limita el ejercicio de sus derechos; además, el abandono de los estudios aumenta la posibilidad de una maternidad temprana.
De acuerdo con el análisis “El Embarazo en la Adolescencia y el Acceso a Educación y Servicios de Salud Sexual”, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Puebla presenta una Tasa Específica de Fecundidad Adolescente (TEFA) de 76.8 por cada mil mujeres de 15 a 19 años, la sexta más alta en el país.
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Puebla aparece por arriba del promedio nacional que es de 68.5 embarazos por cada mil mujeres de 15 a 19 años de edad. Los estados que encabezan la lista de mayor fecundidad son: Coahuila con una tasa de 94.3 por cada mil; en segundo lugar, aparece Chiapas, 86.8; Nayarit es tercero con 79.5; en cuarta posición aparece Campeche con 79.2 y Michoacán es quinto con 77.3.
El Coneval resalta que el embarazo a temprana edad podría constituir una vulneración de los derechos humanos de las niñas y adolescentes, en particular, su derecho a vivir una vida libre de violencia, así como a contar con servicios de educación y de salud sexual y reproductiva.
“Si bien en México se han observado avances en su acceso a dichos servicios, todavía hay mucho por hacer en el camino hacia la garantía de su efectiva disposición y se considera que esta brecha podría haberse ampliado con la pandemia de SARS-CoV-2”, destaca el análisis.
El embarazo durante la adolescencia es uno de los mayores problemas que enfrenta este grupo etario y su ocurrencia tiende a profundizar las desigualdades y limitar el ejercicio de otros derechos humanos.
“Las mujeres en situaciones de mayor vulnerabilidad tienen mayor probabilidad de embarazarse durante la adolescencia y con ello enfrentar condiciones más adversas a lo largo de su vida”, destaca el análisis.
El análisis del Coneval destaca que, contrario a la mayoría de las hipótesis de la literatura sobre el fenómeno, que plantean que el embarazo lleva al abandono escolar, el abandono escolar se relaciona más estrechamente con la incapacidad económica de seguir estudiando que con el embarazo y, en su lugar, haber dejado los estudios se constituye como un factor determinante para la maternidad temprana.
Al menos, tres cuartas partes de las mujeres ya no estudiaban cuando se embarazaron; además, el abandono escolar influyó en el inicio de la vida conyugal. “En consecuencia, derivado de este abandono escolar, un embarazo en la adolescencia agrava las condiciones de vulnerabilidad que de manera previa llevaron a las adolescentes a dejar la escuela y disminuye las posibilidades de que vuelvan a las aulas”, destaca el análisis.
El análisis del Coneval añade que, en general, 77.7 por ciento de las adolescentes que alguna vez se embarazaron dijeron que nunca solicitaron métodos anticonceptivos ni orientación en salud sexual y reproductiva en instituciones de salud; estas proporciones son similares en el ámbito rural y urbano.
En el caso del embarazo adolescente, tiende a feminizar la pobreza al presentarse en forma mayoritaria en los sectores socioeconómicamente bajos y al poner en riesgo el desarrollo académico y profesional de la madre.
“Las causas asociadas pasan por la construcción social de género que exagera la figura de la mujer como madre, la falta de educación sexual, el reducido acceso a métodos anticonceptivos e incluso la negación de los hombres jóvenes de usar un método anticonceptivo”, destaca el estudio.
AAC