En Oaxaca, indígenas Ikoots de San Mateo del Mar pescan con papalotes

Los pobladores aprovechan el viento para mantener viva esta práctica heredada por sus ancestros.

Los pescadores utilizan esta técnica como herencia cultural | Equipo Milenio
Ramón Bragaña
Juchitán, Oax. /

Localizada a 287 kilómetros de la capital oaxaqueña, en el Istmo de Tehuantepec, se encuentra San Mateo del Mar, una comunidad integrada por indígenas Ikoots, quienes aprendieron a dominar los vientos característicos de esta zona, para mantener viva la práctica de la pesca con papalote, una actividad heredada por sus ancestros.

El fuerte viento que sopla regularmente y que a través de este método pueden obtener los productos en la zona del golfo de Tehuantepec, esta forma de pesca artesanal ha sido heredada a través de muchas generaciones.

Consiste en el arte de elaborar los papalotes con perfección geométrica, y de ahí aplicar la técnica de elevarlo para que pueda llevar la red por altamar. No se sabe con exactitud cuándo se inició el uso de estas mariposas de plástico para la pesca artesanal, pero los pobladores siguen usando esta técnica para la subsistencia y el sostén familiar.

Para el historiador zapoteca Gubidxha Guerrero, explicó a MILENIO que los Ikoots tienen una forma única, al menos en nuestro país, que les permite no sólo conseguir el alimento diario, sino comercializar los productos para sacar adelante a sus familias.

El fuerte viento que sopla regularmente les ayuda a pescar
“Curiosamente los Ikoots tienen una técnica de pesca única, por lo menos en México, que consiste en vincular esto, el soplo vital, digamos el norte, el viento, con su actividad productiva que es la pesca, ellos idearon la manera de pescar con unos papalotes muy grandes, papalotes grandes, papalotes gigantes, que lanzan al mar vivo, ellos pescan en el mar muerto con canoas y pescan en el mar muerto incluso, llegando a sus profundidades, en el mar vivo con estos papalotes.

La falta de recursos impide que indígenas puedan comprar lanchas con motor fuera de borda Bonifacio, uno de los últimos indígenas Ikoots que mantienen viva esta actividad, dijo a MILENIO que la falta de recursos les ha impedido a ellos como pescadores comprar una lancha de motor para poder salir a pescar al océano pacífico, por lo que han encontrado en estos papalotes son la opción para mantener a sus familias.

 “Al no tener dinero, tenemos que hacer que nuestro papalote vuele, aprovechamos el viento del norte cuando baja, no son muchos días al año, así que cuando podemos, tenemos que irnos a la playa”.
Los pobladores han hecho suya esta forma de pescar

¿Cómo es el papalote y cómo logran pescar?

A sus 69 años, Bonifacio saca de su cuarto una canasta, en ella tiene todo lo necesario, enrollado hay un saco de azúcar reciclado con unos carrizos:

“Este es el papalote, nos dice mientras lo desenrolla, acá tengo todo lo que vamos a ocupar, dentro saca trapos amarrados de manera improvisada, esa es la “cola”, la que da el equilibrio al papalote”.

Con su canasto en la espalda, Bonifacio camina unos cinco kilómetros, tiene que pasar una laguna, donde el agua le llega hasta la cintura. Ya en la playa, extiende el trasmallo que es la red que irá amarrada con un nudo especial al papalote, el cual, con un jalón de él, se soltará y dejará la red unos 200 metros mar adentro.

Los pobladores se han vuelto expertos en esta técnica
“Ya vamos a levantar el papalote, vamos dejar que el viento se lo lleve, tenemos que hacer que el viento se lo lleve más allá de donde rompen las olas”, con la ayuda de sus nietos, la red va avanzando poco a poco hasta llegar a una distancia, que de acuerdo a su experiencia, es donde están los cardúmenes de peces.
Con la experiencia que dan los años, Bonifacio le da una jalón fuerte a la cuerda del papalote y de la nada la red se suelta. “Ahora sí, vamos a pescar”, en ese momento bajan el papalote y es ahí donde comienza la batalla, él y sus nietos van jalando la red hasta que hacen una media luna, que servirá para encerrar a los peces, ahí queda un par de horas.
El papalote es cortado a la perfección

Una vez pasado el tiempo, jalan la red hacía la orilla, es ahí donde cuando la pesca comienza a dar frutos, decenas de peces quedan atrapados, ya en la orilla uno a uno van colocando lo pescado en una canasta artesanal, para después llevarlo a su casa, ahí tomarán un poco para comer y el resto lo van a vender.

A pesar del tiempo y la modernidad, esta comunidad indígena Ikoots, se mantienen como los guardianes de esta tradición de pesca con papalote, tradición que de acuerdo a sus leyendas, fue enseñada por hombres que llegaron del mar.


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